De acuerdo con el rotativo, los hijos de Erdogan viven en villas lujosas y tienen sus propios negocios, considerados poco transparentes.
El hijo menor, Bilal Erdogan, ha sido varias veces acusado de lavado de dinero. En 2013, él junto con su hermana Esra fueron implicados en un sonoro escándalo de corrupción.
Además, el año pasado se reveló información sobre los nexos de Bilal con los hombres de negocio turcos que realizan transacciones ilegales por un valor de más de 500 millones de dólares con los terroristas de Daesh (proscrito en Rusia y otros países).
Para muchos expertos, Erdogan quiere ampliar no solo la influencia financiera de su clan, sino también consolidar su peso político.
Para este objetivo, tras la dimisión del primer ministro de Turquía, Ahmet Davutoglu, el presidente de Turquía está tratando de promover al puesto vacante a su yerno, quien en diversas ocasiones ha demostrado su lealtad a la política de Erdogan.