"Mantenemos un ritmo jamás visto, dado el tamaño del proyecto", declaró Leonid Rizhenkin, el director de la contratista principal de construcción, al periódico ruso Gazeta.ru.
Proyectos comparables en China, EEUU, Malasia y Canadá se demoran al menos tres años en concretar un proyecto. La iniciativa del puente sobre el estrecho de Kerch fue aprobada en un año y debe estar lista para los vehículos ya en 2018, destaca el gerente. Se prevé finalizar la construcción en 2019 tras inaugurar las dos vías ferroviarias, paralelas a la autopista.
Dos ciudades temporales completamente autónomas —una para 4 mil y otra para 2 mil personas— fueron construidas por ambos lados del futuro puente. Actualmente unos 2 mil obreros trabajan en el sitio cada día. Al intensificar las obras, esta cantidad se elevará a 3.500 obreros simultáneos.
"Tenemos obreros de toda Rusia", afirmó el gerente.
El volumen de las obras no es el único reto de los constructores del puente a Crimea. La naturaleza, también, influye en el horario laboral, ya que el fuerte viento, usual para la región, impide el trabajo de los buques grúa.
"Nuestros planes prevén 250 días laborales al año. Pero el resto no son días de descanso, es que es simplemente imposible llevar a cabo las obras en el mar durante las tormentas", destacó Rizhenkin en una entrevista para el sitio web ruso El Espejo de Crimea (Zérkalo Krima en ruso).
Una parte importante de las obras son los puentes temporales, necesarios para facilitar el traslado de los materiales de construcción y disminuir la dependencia del tiempo.
Se prevén tres puentes temporales, uno de los cuales ya está en servicio y los otros dos serán finalizados en verano.
El proyecto prevé 595 pilares, de los cuales los siete primeros ya están instalados y otros 60 están en obras. El puente será dotado con una elevada resistencia, capaz de soportar un sismo de magnitud 9.
En total, la instalación fue diseñada para un período de servicio de 100 años.