"A nivel político, los rusos se apartan de las relaciones históricas con Alemania por no entender, a veces, nuestros motivos políticos", afirmó Mario Mehren, alto ejecutivo de la mayor empresa química del mundo, la transnacional alemana BASF, citado por el medio.
"Otras empresas aprovechan la laguna dejada por las alemanas. Es un hecho que será difícil de revertir", admitió Mehren, que encabeza Wintershall —el mayor productor de petróleo y gas natural alemán, controlado por BASF-.
A raíz de las sanciones económicas —impuestas tras la reunificación de Rusia con Crimea- y la devaluación del rublo, ciertas empresas alemanas decidieron abandonar el mercado ruso. Alemania perdió la confianza de los rusos al ser "poco fiable", destacó el gerente.
Como resultado, el comercio bilateral entre Rusia y Alemania cayó 24 por ciento en 2015, según los datos del Comité alemán de las Relaciones Económicas con Europa del Este.
Además, las empresas rusas no están sentadas esperando el retorno de las empresas occidentales.
"Las compañías de Rusia están progresando considerablemente. Tendrán su propia solución, e incluso si no lo hacen, tendrán a su disposición a China o Corea del Sur. Todo esto es perjudicial para la industria alemana", concluyó el gerente.