Los asteroides siempre chocan contra la Tierra. Aunque la mayoría se quema en la atmósfera, los pedazos de algunos pueden alcanzar la superficie del planeta. Asteroides con un tamaño de hasta unos kilómetros pueden causar una catástrofe local, mientras que los más grandes pueden llevar al fin del mundo. Por ejemplo, el cráter Barringer en Arizona de 1,2 metros de ancho y 170 metros de profundidad fue causado por un meteorito de solo 50 metros de ancho y produjo más energía que la explosión de la bomba atómica en Hiroshima. La caída de un cuerpo celeste parecido sobre una ciudad poblada llevaría a una catástrofe local inevitable.
El científico que encabeza el proyecto, Philipp Lubin, propone una solución a las posibles catástrofes globales. Su idea consiste en la implementación de rayos láser que serán capaces de desviar el trayecto de asteroides que representan peligro, evitando, de esta manera, el choque. El proyecto recibió el nombre de "DE-STARLITE" y busca afectar a los cuerpos celestes con un macizo de láseres, cada uno de más de 100 kilovatios de potencia. Serán lanzados con ayuda de un cohete portador, y alcanzarán el asteroide a través de un motor iónico que también será empleado para permanecer cerca de un cuerpo celeste.
El método propuesto por Lubin será eficaz solo en caso de detectar los cuerpo celestes con años a que suceda el impacto, lo que lamentablemente sucede muy rara vez, confiesan los científicos. Anualmente, la NASA detecta cerca de 1.500 objetos en la órbita terrestre, pero en la mayoría de los casos se enfoca en la localización de asteroides más pequeños. La mayoría de los cuerpos celestes se detecta normalmente solo a 15 días antes de su aproximación a la Tierra.
Los investigadores aseguran que el choque de nuestro planeta con un asteroide es solo una cuestión de tiempo. Los científicos insisten en que ya ha llegado la hora de tomar medidas. Sin embargo, advierten que lo más probable es que las generaciones siguientes sean las que tengan que enfrentarse a esta amenaza.