Tal decisión se tomó tras recibirse una advertencia de los servicios de seguridad, una fuente de los cuales dijo a Reuters que los extremistas se concentran en la ciudad de Naufaliya, situada entre Sirte, baluarte de Daesh (autodenominado Estado Islámico, proscrito en Rusia y otros países), y las ciudades portuarias de Sidra y Ras Lanuf.
Los terroristas no controlan los yacimientos en Libia, a diferencia de la situación en Siria e Irak, pero suelen atacarlos.
Las terminales de exportación de Sidra y Ras Lanuf, yacimientos donde se extrae la mitad del petróleo libio, dejaron de funcionar en diciembre de 2016.
Libia atraviesa una profunda crisis desde 2011, cuando fue derrocado y asesinado quien fuera su líder durante varias décadas, Muamar Gadafi.
Desde entonces, en el escenario político libio se enfrentan las fuerzas liberales, apoyadas por el Ejército, y los partidos islámicos, respaldados por grupos de antiguos rebeldes.
Actualmente en el país hay una dualidad de poderes: el Parlamento con sede en Tobruk, elegido en los comicios generales, por una parte, y el Congreso General Nacional proislamista, por la otra.