Pekín, 21 mar (Sputnik). — "Solo cabe interpretarlo como cierta amenaza a China y Rusia", dijo el diplomático al asegurar que ambos países procuran "desenredar la madeja de controversias en el noreste de Asia en beneficio de todas las partes".
En relación con las nuevas restricciones internacionales impuestas a Pyongyang a raíz de sus recientes pruebas de misiles y nucleares, el embajador indicó que las sanciones no son un fin en sí y, más que castigar al país infractor, buscan propiciar la reapertura de las negociaciones a seis bandas para la desnuclearización de la península de Corea.
"No se trata simplemente de forzar un cambio en la política norcoreana con respecto al desarrollo de armas nucleares sino de sanear el clima político general y la situación de seguridad en el noreste de Asia, crear un contexto estable y seguro que es importante en igual grado para todos, incluida Corea del Norte como uno de los países que se encuentran en esta región", destacó Denísov.
Crear tal situación, agregó, depende no solo de Pyongyang sino también de otras capitales.
Después de que Pyongyang efectuara su cuarta prueba nuclear a principios de enero pasado y lanzara un cohete de largo alcance con un satélite espacial a bordo en febrero, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó por unanimidad la resolución 2270 que endurece las sanciones contra Pyongyang y ordena inspeccionar todas las mercancías para Corea del Norte, además de prohibir la venta de armas convencionales norcoreanas, limitar la exportación de carbón, hierro, oro, titanio y minerales naturales raros.
Además, el país no podrá comprar combustible para aviones, incluido para cohetes.
Paralelamente, Seúl y Washington decidieron empezar negociaciones formales para desplegar en el territorio surcoreano el THAAD (por las siglas en inglés de Defensa Terminal de Área a Gran Altura), sistema estadounidense para derribar misiles de corto y medio alcance.
La semana pasada, Pyongyang disparó dos misiles hacia el mar de Japón (o mar del Este, como se le conoce en Corea).
Uno de los proyectiles voló 800 kilómetros antes de caer en el mar, mientras que el segundo desapareció de los radares tras recorrer 17 kilómetros, donde según los militares surcoreanos, habría explotado en el aire.