El papado romano católico a lo largo de su historia no permitió ninguna mujer que se hiciera el Papa. Las mujeres se atribuían impuras e intelectualmente inferiores. "Toda mujer debería sonrojarse de vergüenza con solo pensar que es mujer", dijo Clemente de Alejandría por el siglo II.
Existen varias versiones e interpretaciones de la leyenda sobre la Papisa, pero no hay un acuerdo sobre las fechas, se data del siglo IX o XII, del momento de la reforma gregoriana. Sin embargo, la mayoría de las versiones tienen muchas semejanzas entre sí. En síntesis, en los relatos se trata de Juana que nació en Alemania. Como ya hemos visto, los prejuicios de aquellos tiempos sobre mujeres no dejaban que ellas recibieran educación. Así que Juana, vestida de un monje, fue a Atenas junto con un religioso que supuestamente era su amante. Allí como hombre pudo estudiar y todos la destacaban por su facilidad de aprender.
Su gran poder de oratoria le sirvió para adelantarse en la Iglesia Católica. Tras regresar a Roma, entró a los religiosos círculos y ganó mucha fama por sus profundos conocimientos de varias áreas. Empezó en la carrera eclesiástica bajo el nombre masculino de Johannes Anglicus (Juan el Inglés) y en primero trabajó como notario de la Curia.
Su nueva situación le permitió viajar de monasterio en monasterio, donde aún más profundizó su cultura y distintas habilidades. Conocer a más teólogos y filósofos y conseguir popularidad entre los fieles de Roma le dieron el puesto de Cardenal y al final fue elegida papa en el año 855. No se precisa a que pontificado corresponde pero en los numerosos escritos se barajan los de Juan VIII o Benedicto III.
Sin embargo, no tanto fue popular entre los fieles como entre los hombres y se quedó embarazada. Escondió su estado gracias a las grandes túnicas de papa pero finalmente, según las leyendas, dio a luz durante una procesión.
A partir de ese momento podemos hablar de al menos dos versiones sobre lo que le pasó después. Según el cronista católico Jean de Mailly, los fieles airados la lapidaron. Otro cronista Martín de Opava escribió que ella falleció a consecuencia del parto. Existe una extensa versión y relata de lo que al dar a luz a un niño Juana murió atada a los pies de un caballo que la arrastró por toda la ciudad.
El hecho que una mujer logró elegirse un Papa, causó la aparición de una tradición en el Vaticano en la que los sucesores del papado para ser aceptados, eran colocados en la conocida "silla episcopal". El "mueble" era de mármol con un agujero en el centro. La ceremonia era una comprobación de lo que los candidatos tenían testículos. Una vez confirmado, el encargado de la inspección gritaba "habet duos testículos et bene pendentes" que significa "tiene dos testículos y cuelgan bien". Hoy en día la tradición ya no se practica, se quedó en los Siglos medios.
Sin embargo, la Iglesia Católica nunca ha confirmado oficialmente que tal ritual existiera tanto como hubiera la propia Juana.
Hay varios argumentos que hablan en contra de ella. Las pruebas principales del carácter mítico de la papisa se basan en los hechos que en primero, no hay ningunas menciones de ella en las fuentes contemporáneas al suceso. Es increíble que la aparición de una papisa no fuera notada por los historiadores de entre los siglos X y XIII (el siglo cuando surgieran las primeras versiones de la leyenda). En segundo, en la lista del papado no hay ninguno enlace en el que encajaría esta figura.
Según los registros oficiales, una mujer nunca ha logrado elegirse el pontificado. Su papel sigue siendo primordial en esta institución.