El sureste de Turquía se sumió a finales de julio de 2015 en una nueva espiral de violencia entre las fuerzas de seguridad y el PKK, declarado como terrorista por Turquía, la UE, EEUU y varios países, pero no por la ONU. Los enfrentamientos dieron al traste con el proceso del arreglo iniciado en 2012 para encontrar una solución sostenible al problema kurdo.
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La Fundación de Derechos Humanos de Turquía (TIHV) informó a finales de enero pasado que al menos 198 civiles, incluidos 39 niños, murieron en las áreas del sureste que viven bajo toque de queda desde agosto de 2015. Los combates, según la prensa, también costaron la vida a más de 260 militares y agentes de seguridad turcos.