"Aquí tenemos un dilema: sabemos cómo llegar a altas velocidades en un laboratorio, lo hacemos todo el tiempo. Pero cuando la cuestión pasa a escala macroscópica y disponemos de los aviones, coches o naves espaciales, nos volvemos muy lentos", comenta el científico Philip Lubin, quien actualmente trabaja en el programa "Precursor interestelar de la Energía Dirigida" (Deep-In, en inglés).
El programa se centra en la idea de usar la tecnología de láser para acelerar las velocidades y reducir el tiempo de los viajes interestelares a una cuestión de poco tiempo.
Esto se podría hacer por medio de propulsión fotónica, una técnica que utiliza luz de láser para impulsar las naves. Ahora el proyecto trata de solo pequeñas sondas, pero luego se puede convertir en un sistema de propulsión para los objetos más grandes, incluso los tripulados.
Dicha propulsión es utilizada por la nave espacial Voyager 1, lanzada en 1977. Tras 38 años, el aparato finalmente salió del Sistema Solar y vuela a una velocidad de unos 61 mil km por hora o menos de 0.006 por ciento de la velocidad de luz.
"Eso sugiere que con la propulsión actual nunca alcanzaremos las estrellas cercanas. En su lugar, debemos aplicar nuevas estrategias radicales", continúa Lubin.
"No existe ninguna razón conocida por la que no podamos hacer esto", señala el físico.
Además, el mecanismo se podría utilizar para protegernos de los asteroides y la basura espacial.
Sin embargo, si logran construir los propulsores fotónicos, enfrentarían otro problema: no saben frenar a tales velocidades. Así que el proyecto necesita más investigación antes de que se pueda considerar la luz de láser en los programas espaciales.