Después de horas de duras críticas por parte de los diputados del parlamento de Ucrania al gobierno, Arseni Yatseniuk, primer ministro ucraniano, al esperar el voto de censura estaba preparado para su dimisión tanto como muchos otros ucranianos. Lo único que el ministro pudo hacer en aquellos momentos fue justificar sus acciones.
"Aquel día muchos ucranianos estaban seguros de que el desgraciado primer ministro se iría. Su popularidad está debilitada mientras que la presión internacional aumenta", apunta Foreign Policy.
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Numerosos reformadores han dejado en las últimas semanas claras sus posturas sobre el gobierno al referirse a la imposibilidad de alcanzar algún progreso en un sistema lleno de corrupción.
El mandatario ucraniano, Petró Poroshenko, exigió el 16 de febrero la renuncia de Yatseniuk terminando con la alianza que se formó después de la revolución hace dos años.
El día de la votación, el primer ministro y su gabinete presentaron toda la actividad realizada por ellos durante el año pasado. Tras horas de debates y por mayoría de votos —247 de 339- el informe fue declarado "poco satisfactorio". Por esta razón, muchos esperaban resultados distintos.
"Gracias a la maniobra que recuerda a ‘Juego de Tronos', la campaña contra Yatseniuk se rompió en pocos minutos dejando a los demás parlamentarios con la boca abierta. Tras la salida de parlamentarios, las tres decenas restantes de legisladores del partido de Poroshenko no consiguieron levantar la moción de censura; solo obtuvo 194 votos de los 226 necesarios", reza el artículo.
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Los demás diputados se sintieron abrumados por el hecho que el presidente de gobierno se mantuvo en pie. Las elites oligárquicas ucranianas celebraron su primera victoria contra los reformadores tras el Euromaidán en 2013.
Para el gran número de representantes de las elites, la designación de un nuevo primer ministro habría significado un cambio total en el gabinete tanto como el reinicio de las reformas suspendidas, lo que podría peligrar sus intereses financieros.
"El cambio también pudo llevar al incremento de la lucha por recursos, a una toma de posiciones gubernamentales por personas que representan a los intereses del partido de Poroshenko", sostiene el artículo.
"Status quo es el estado óptimo para los altos cleptócratas. Como siempre, los intereses de la gente corriente no le interesa a nadie", agrega.
Nadie cuestionó tampoco la decisión de Poroshenko de equipar su administración con antiguos compañeros de negocios al negarse a vender numerosos bienes corporativos a pesar de que el mandatario prometió hacerlo en varias ocasiones.
"Aún quedan medidas para evitar el colapso total para Ucrania. Primero, Occidente debe luchar por las reformante. Segundo, Occidente tiene que hacer caso omiso al teatro de ‘depuraciones políticas'", opina el diario.
A juzgar por los dos años de promesas vanas ni el pueblo ucraniano, ni los socios extranjeros están contentos. No importa quién está en cargo si autoridades corrompidas y la alianza de los oligarquía poseen el poder. Hay que reivindicar el cambio real para que Ucrania mejore.