“Camilo cambió la izquierda colombiana y tuvo un impacto político mucho mayor que el impacto armado del ELN”, señala Valencia. “Hubo un cambio muy importante en la izquierda, cuando él se vinculó a los movimientos sociales, no tanto a la guerrilla, donde solo estuvo tres meses, sino a la vida política de los años sesenta, generando un movimiento social y político muy importante”.
Para Valencia, la figura de Camilo “va más allá de la guerrilla, es un personaje que está en el corazón de la historia colombiana”. “Camilo fue un cura de moda en los años sesenta. Era amigo de la familia del presidente Juan Manuel Santos, que fue monaguillo en una de sus misas, bautizó a uno de sus hermanos y a los hijos del Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez”, agrega el analista. En un país donde no hay ídolos eternos, “Camilo es una persona que logra concitar mucha atención de muchos lados”.
Su trascendencia, más allá del breve capítulo guerrillero de su vida, se puede constatar en los homenajes que esta semana se le brindan en Colombia, señala Valencia. Como fundador de la primera facultad de Sociología de América Latina, la Universidad Nacional lo recuerda con una ceremonia ecuménica, la presentación de dos de los cuatro tomos de su obra, una exposición de documentos y objetos personales, como su biblia, la raíz que usaba como crucifijo, sus pipas y su sotana, y hay programadas conferencias y talleres en las distintas universidades del país.
El presidente Juan Manuel Santos anunció el 16 de enero en el municipio de San Vicente de Chucurí, departamento de Santander, donde murió Camilo, que el Estado buscará los restos del cura guerrillero. El 25 de enero fueron exhumados unos restos en un panteón militar en la ciudad de Bucaramanga, capital de Santander.
“Santos sabe que los militares lo tenían y ordenó que los restos encontrados en Bucaramanga sean cotejados con el ADN de su mamá, que está enterrada en Cuba”, dice Valencia.
Sobre las negociaciones de paz con el ELN, Valencia señaló que “ya hay una agenda acordada, la única diferencia es el tema de la sede, porque el ELN insiste que se desarrollen en Caracas y el gobierno dice que no por la inestabilidad política. En los últimos días se han echado la culpa mutuamente por no haber arrancado las negociaciones. El gobierno dice que el ELN no ha contestado las últimos llamados y el ELN dice lo contrario: que el gobierno no tiene una disposición a abrir las conversaciones, pero ya está todo acordado para empezar”.
Para Valencia, las negociaciones de paz con las FARC “son irreversibles. Yo he estado muy cerca de ese proceso, y creo que las FARC están más aquí que allá. Se está discutiendo la carpintería del cese definitivo, la desconcentración, la dejación de armas, el tránsito a la vida política, la seguridad de los miembros de las FARC, pero ya es el final”, y “el ELN no se puede quedar por fuera”.