El solicitante tiene que demostrar que es descendiente de los expulsados y para ello necesita obtener el visto bueno de la Federación de Comunidades de España.
En Israel, la Federación colabora con entidades autorizadas por el ministerio de Justicia español, entre ellas, la Unión Sefaradí Mundial (USM), que certifican el origen sefardí de la persona.
"Uno de los medios para poder verificarlo es el apellido. En nuestra web tenemos un buscador con una lista de casi 10.000. Todos los judíos que tengan estos apellidos son sefardíes, aunque no están todos", indicó a Sputnik Nóvosti el presidente de la USM, José Benarroch.
El solicitante tiene que elaborar un pequeño árbol genealógico y presentar pruebas documentales, como certificados de nacimiento, defunción o matrimonio de alguno de sus antepasados.
También debe demostrar que le une un vínculo especial con España como hablar ladino, tener estudios relacionados con España o algún familiar en este país.
Además, la ley exige un mínimo conocimiento de lengua castellana —el nivel 2- y nociones de cultura y Constitución española. Para facilitar la formación necesaria a los solicitantes, que tienen que pasar un examen, el Instituto Cervantes de Tel Aviv ofrece cursos en el marco del programa "Pasaporte a Sefarad".
En el último mes, 23 sefardíes juraron la Constitución española y fidelidad al rey en la Embajada y el Consulado de España en Tel Aviv y Jerusalén.
Son parte de los 4.302 sefardíes que solicitaron la nacionalidad por carta de naturaleza hace unos años, antes de que se aprobara la ley del pasado junio, y que gracias a un decreto pudieron acelerar el proceso.
La primera persona que acabó el proceso para obtener la nacionalidad española en Israel acogiéndose a la nueva ley es Yosi Ben Naim, que nació en Haifa hace 41 años.
Sus padres llegaron a Israel procedentes de Tetuán (Marruecos), donde sus antepasados vivieron desde finales del siglo XV, tras ser expulsados de España.
Ben Naim, que es abogado, asegura que le une "un vínculo sentimental a España", que considera un país "maravilloso", y dice que le gusta todo lo español. Tiene parientes en Madrid, Barcelona y Málaga, pero no quiere vivir en España.
A finales de diciembre entregó sus documentos en una notaría de Madrid para solicitar la nacionalidad. Su expediente está ahora en ministerio de Justicia y tiene que esperar "entre unas semanas y unos meses" para recibir el visto bueno.
Entonces, podrá jurar la Constitución en la Embajada española en Tel Aviv y recibir el pasaporte español.
Ben Naim contó a Sputnik-Nóvosti que en la Dirección General de Registros y Notariado le aseguraron que es "el primer israelí que completa el proceso según la nueva ley (vigente desde octubre) y el octavo sefardí del mundo".
Como él, hay otros muchos israelíes de origen sefardí que desean obtener la nacionalidad española. La USM tiene peticiones en espera para tramitar "de unos cientos de personas", señaló Benarroch.
Por su parte, el presidente del Consejo de la Comunidad Sefardí de Jerusalén, Abraham Haim, gestiona unas 50 peticiones y tiene en cartera varias más. Haim entrevista "personalmente" a cada solicitante.
"A mi oficina viene todo tipo de gente. Los mayores, cuando ven todos los trámites pierden un poco el interés. Los jóvenes no, tienen ambición, razones académicas, laborales o quieren comprarse una casa en España", dijo Haim, que espera obtener el pasaporte español.
Manuel González Garagorri, primer secretario y cónsul de la Embajada española en Tel Aviv, comentó que "está el perfil vocacional, especialmente de gente mayor, que siente que pidiendo la nacionalidad está cumpliendo una obligación familiar, haciendo honor a la memoria de sus ancestros y cerrando un círculo vital histórico".
"También hay casos de hombres de negocios a los que puede resultar útil tener trabajadores con nacionalidad europea y jóvenes que buscan recibir becas en Europa y estudiar allí", informó Benarroch.
La cervantista Ruth Fine señaló por su parte que la ley fue muy bien acogida en Israel.
"Los israelíes la han recibido muy bien. La generación de más edad como cumplimiento de un deseo y como una justicia histórica, aunque los mayores no corren para obtener la nacionalidad, los más jóvenes sí", dijo.
Fine, directora de la sección Ibérica y Latinoamericana del departamento de Estudios Romances y Latinoamericanos de la Universidad Hebrea de Jerusalén, no ve ningún reparo "en que (el lograr la nacionalidad) se vea como un puente para obtener una nacionalidad europea porque este beneficio no le niega valor simbólico a la ley".
"Lo más importante es este valor, los que dejaron la península Ibérica se consideraron siempre hispano-hebreos. La ley me parece positiva, demuestra sensibilidad hacia un capítulo que nunca termina de cerrarse", apuntó la profesora.
Reclacó que "la historia de los judíos con España se puede resumir con tres palabras: encuentro, desencuentro y reencuentro. Estamos en el último".
El tercer período "comenzó simbólicamente hace 30 años con el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Israel y España. La ley de la nacionalidad es un paso más", subrayó Haim.
Benarroch, citando a Yitzhak Navon, primer presidente sefardí de Israel, que falleció hace poco, indicó: "La relaciones diplomáticas eran un acto de gobierno a gobierno, la ley es de pueblo a pueblo, es una mano que se nos da después de 500 años de destierro".