"A pesar de todo, no necesito ni los asesores financieros, ni bolsillos. ¡Gané suficiente!” –declaró el presidente con ayuda de su secretario.
Poroshenko, quien se permitió esta confusión durante su mensaje, siempre ha abogado por la “pureza de la lengua ucraniana”. Fue, incluso, el artífice de la idea de sustituir el ruso por el inglés en los pasaportes de sus conciudadanos.
“Hablemos de un estatuto especial para el inglés, y no para el ruso, esta discusión sera más constructiva” –afirmó el presidente. Poroshenko declaró que la segunda lengua obligatoria debería ser el inglés, y bajo ningún concepto el ruso.
Las cosas van más allá. En algunas escuelas ucranianas se ha propuesto rechazar todo el idioma ruso: mirar solo las noticias en ucraniano, escribir solo en ese idioma. Y para no tener una tentación de pasar a la lengua del país “agresor”, algunos proponen eliminar el ruso de los teclados de las computadoras.
Según la revista Forbes, ocupa el séptimo lugar entre los hombres más ricos de su país.
Además de la fábrica de confitería Roshen, Poroshenko posee activos de bancos y compañías de seguros, también tiene acciones en una compañía de construcción naval, es propietario de un gimnasio y de una fábrica de jarabes.
Antes de entrar en el cargo, una de sus promesas preelectorales fue vender sus activos. Pero tras un año en el poder, el presidente ucraniano sigue siendo "un hombre de negocios y un multimillonario".
También es uno de los dueños de la cadena nacional de televisión que se negó a vender porque, según sus palabras, "sería un gran peligro para todo el país".
Respecto a eso, los medios indican que la popularidad del presidente ucraniano es dos veces más baja que la de su predecesor Víctor Yanukovich durante las protestas de Maidán. Los polítologos dicen que estas cifras son algo normal en la vida política del país, mientras que algunos subrayan que los propios ucranianos parecen ya haber perdido las esperanzas en su mandatario.