Roger Heredia Jonet perdió a su bisabuelo en la Batalla del Ebro. "Se alistó con las tropas republicanas y sus compañeros de trinchera le vieron morir en un ataque con mortero, pero a partir de ahí no sabemos nada más", explica a Sputnik Novósti poco después de presentar en Londres el ADN de la memoria, un proyecto científico para identificar a los desaparecidos de la Guerra Civil.
"España es el segundo país del mundo con mayor número de fosas sin abrir. Solo le supera Camboya. Hay unas 3.000 en el Estado español; en Cataluña hemos identificado 344 fosas comunes", advierte con alarma.
En 2007, el gobierno socialista aprobó la Ley de Memoria Histórica y Cataluña cuenta con una legislación en la materia de rigor internacional, pero Heredia critica que "no hay voluntad política para exhumar los restos, identificarlos y entregarlos a sus familiares".
El bisnieto del voluntario republicano y otro catalán en similar situación, Marc Antoni Malagarriga, impulsaron la creación de un archivo genético de familiares de víctimas de la Guerra Civil.
El trabaja en la brigada científica de los Mozos de Escuadra, la policía autonómica catalana, y dedica las pocas horas libres a difundir el único Banco de ADN instaurado en España con el propósito de identificar a los desaparecidos en la guerra de 1936-1939.
"Este proyecto no solo interesa en España, sino que es esencial para todos los descendientes de miembros de las Brigadas Internacionales. En la Guerra Civil participaron unos dos mil rusos en puestos técnicos y científicos y muchos murieron en España", resalta en la entrevista con esta agencia.
Heredia considera "superimportante" dar a conocer en el extranjero la existencia del Banco de ADN y crítica la "falta de apoyo institucional y político" a nivel autonómico y del Estado español.
Ambos colegas "trabajan contracorriente", con el factor tiempo en contra porque, según señala Heredia, "los familiares directos están muriendo y con ellos se pierde el testigo genético más importante".
"Cuanto más cercano es el familiar del desaparecido, más puro es el ADN", explica.
En esta fase del proyecto, la muestra de ADN se almacena sin analizar debido a las pocas fosas abiertas y el veto práctico a la recogida de material genético de los restos óseos que se han exhumado.
Heredia denuncia al Gobierno catalán de "incumplimiento parlamentario" por no aplicar una moción de diciembre de 2013 que reconoció oficialmente el Banco de ADN de la Universidad de Barcelona.
El impulsor del proyecto recuerda que dos informes de Naciones Unidas censuran al Gobierno español por "incumplimiento de Memoria Histórica de forma sistemática y reiterada", pero la inacción continúa.
"Se han incentivado políticas de dignificación, creando espacios de memoria, placas, homenajes, charlas…, pero la identificación no interesa a los políticos. Tenemos excelentes profesionales y medios pero falta la voluntad política para hacerlo", denuncia.
Explica la realidad española con un símil: "Estamos construyendo la casa empezando por el tejado. En este caso, hemos hecho un tejado muy robusto (la dignificación), pero esta casa no aguantará sin cimientos (las fosas), ni sin paredes maestras (exhumación e identificación)".
Heredia considera que los contrarios a remover el pasado "no tienen familiares desaparecidos o son mensajes impuestos por la derecha política.
"Las heridas no se han cerrado nunca y han pasado abiertas de generación en generación. Se cerrarán cuando abramos las fosas, identifiquemos los restos y se los entreguemos a los familiares", sostiene.
Los promotores del Banco de la memoria emiten un claro mensaje a la coalición autonómica catalana y al nuevo Gobierno español: "han de aplicar los programas de Memoria, reformar la ley y cumplir con las obligaciones internacionales".
"Es un tema de Justicia Universal y una cuestión de Humanidad. No se puede dejar los restos en fosas comunes ni en cunetas al borde de carreteras. Toda persona se merece un entierro digno y lucharemos codo a codo hasta conseguirlo", dice a Sputnik Nóvosti.
La falta de apoyo estatal implica que los gastos –en torno a 150 euros por muestra– corren a cargo de los descendientes de los desaparecidos.
La promoción exterior está limitada también al esfuerzo de voluntarios, como Heredia. De momento se ha establecido una relación firme con Argentina y se ha abierto contacto con la Universidad de Oxford, en Inglaterra.
"Londres fue nuestra primera salida y queremos repetirla en todos los países con familiares desaparecidos en la Guerra Civil", afirma consciente del colosal reto por delante.
Heredia ve el futuro con "mucha esperanza, más en Catalunya que en el Estado español" y a título personal confía en enterrar dignamente a su bisabuelo "lo antes posible".
"Mi abuela tiene 84 años y es vergonzoso que un país democrático permita, por falta de voluntad política, que se vaya de este mundo sin saber dónde está su padre. Sería gravísimo", protesta el agente de la policía científica catalana.