La ola de violencia obligó a los policías a usar cañones de agua y gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes después de que estos comenzaran a lanzar piedras, botellas y pirotecnias a los agentes.
Según la cadena N-tv, en los choques participaron unos 130 radicales de ultraderecha y sus más de 2.000 oponentes.
Unas 23 personas fueron arrestadas; la policía informa además de 50 vehículos dañados.
El alcalde de Leipzig, Burkhard Jung, citado por DPA, tachó los desórdenes de "chocantes".
"Es un auténtico terror de las calles", agregó.