Reino Unido fue el primer Gobierno occidental en abrir conversaciones con Gadafi, cuando el régimen aun seguía sujeto a sanciones internacionales por su supuesto patrocinio de terrorismo internacional.
El ex líder laborista reafirmó, en declaraciones al Comité Parlamentario británico en Asuntos Exteriores, que el objetivo y consecuencias del acuerdo fue paralizar el programa armamentístico de Gadafi.
El estadista añadió que su aproximación al polémico presidente libio fue "importante, particularmente dado el estado en que se encuentra Libia hoy y dada la presencia de Daesh allí".
Blair se refirió al riesgo de que este grupo tuviera acceso hoy a los "residuos de ese programa de armas químicas" que fue obstruido con el acuerdo de 2004.
Blair admitió que intentó persuadir al presidente libio para que abandonara el país antes de los ataques aéreos aliados, pero negó que tratara de "salvar a Gadafi".
"Una evolución pacífica es mejor que una revolución porque la revolución produce caos", dijo en relación a los movimientos democráticos de la llamada 'primavera árabe'.
Blair explicó que el problema surge después de "derrocar una dictadura, la de los talibanes o la de Sadam (Hussein)", porque "todas las fuerzas que han estado reprimidas afloran a la superficie y aparecen agentes externos que intentan desestabilizar la situación".