En los 32 años desde que se restauró la democracia, el traspaso de mando se realizó, con frecuencia, en medio de situaciones traumáticas, pero nunca se llegó a este dramatismo, ni siquiera el 10 de diciembre de 1983, cuando terminaba la dictadura militar y el presidente de facto, el general Reynaldo Benito Antonio Bignone, le entregó la banda y el bastón presidencial al presidente Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical en la Casa Rosada. Alfonsín juró frente a la Asamblea Legislativa y luego se dirigió a la Casa Rosada en medio de las multitudes que festejaban el regreso de la democracia, donde Bignone le entregó el bastón y la banda.
En 1989, en medio de una explosiva situación social, con protestas masivas, saqueos a supermercados y una hiperinflación y una enorme devaluación, Alfonsín tuvo que adelantar las elecciones y la entrega del mando al presidente peronista Carlos Menem, el 8 de julio de 1989. A pesar de este adelantamiento, Alfonsín fue el presidente que logró entregar su mandato a otro presidente civil de un partido político opositor, hecho que no sucedía desde 1916, y a pesar de la grave situación social, la ceremonia se cumplió sin inconvenientes, primero en el Congreso y luego en la Casa Rosada, donde Menem recibió de Alfonsín los atributos de mando.
En 1999, en medio de una situación social signada por las privatizaciones y un enorme desempleo, el dirigente radical opositor Fernando de la Rúa ganó las elecciones y juró ante la Asamblea Legislativa, pero luego se trasladó a la Casa Rosada, donde recibió el traspaso de mando de Menem, de un signo político opuesto, por segunda vez desde 1916.
Fernando de la Rúa no pudo terminar su mandato. En medio de la gravísima crisis social de 2001, con el país incendiado, las calles de Buenos Aires tomadas por las protestas, y la represión que dejó más de 20 muertos, De la Rúa tuvo que abandonar la Casa Rosada en helicóptero desde la terraza, el 21 de diciembre. Se hizo cargo del Ejecutivo el presidente de la Cámara de Senadores, Ramón Puerta, quien convocó a la Asamblea Legislativa (la sesión conjunta de las cámaras de diputados y de senadores), para elegir al nuevo mandatario. Asumió como presidente el diputado Adolfo Rodríguez Saá, pero dejó su cargo una semana después. Tomó el poder el presidente de la Cámara baja, Eduardo Camaño, quien convocó a otra Asamblea, en la que fue designado presidente el senador Eduardo Duhalde, el 2 de enero de 2002, cinco presidentes en diez días.
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Luego de los sucesos que provocaron la muerte de Darío Santillán y Maximiliano Costequi en junio de 2002, Duhalde se vio obligado a llamar a elecciones el 27 de abril de 2003, en las que se presentaron el ex presidente Carlos Menem y el entonces gobernador de la provincia de Santa Cruz, Néstor Kirchner, quien, a pesar de haber obtenido solo el 22% de los votos, y de haber quedado detrás de Menem, fue consagrado presidente, pues Menem desistió de participar en la segunda vuelta electoral. Néstor Kirchner asumió el 25 de mayo. Fue la primera vez que un presidente electo recibió los atributos de mando ante la Asamblea Legislativa de manos de Eduardo Duhalde.
En 2011, Cristina Fernández fue reelecta con 54% de los votos, tras la súbita muerte de su marido, en octubre de 2010. Vestida de negro y con los ojos llorosos, la presidenta recibió la banda presidencial en el Congreso de su hija Florencia y juró por “él”, en alusión a su esposo, con una enorme manifestación en las puertas del Congreso.