Sputnik Nóvosti entrevistó a Roberto Chiazzaro, diputado nacional uruguayo por el Partido Socialista del Frente Amplio, especialista en temas de comercio exterior e integración.
¿Qué tienen en común los mega acuerdos comerciales que se están negociando en estos momentos?
A partir de la crisis económica mundial de 2008, las multinacionales se veían limitadas en sus posibilidades de manejar el comercio internacional por las leyes de los distintos estados y por los acuerdos entre estados en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Quieren minar la autoridad de los estados, y para eso, inventan una nueva ingeniería de las negociaciones internacionales.
Hoy en día existen las cadenas de valor, en las que la producción se segmenta a nivel internacional: en los eslabones inferiores están los países con mano barata y materias primas, y en los eslabones superiores están los tramos finales como el diseño, la comercialización y el marketing.
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Este sistema apunta a la deslocalización del proceso productivo. Se acabó la fábrica en la cual entraba la materia prima por una puerta y por la otra salía el producto terminado. Esto significa que se necesita una gran liberalización de las aduanas y del comercio, que no se lograba con la OMC. Ahora la dejan de lado y negocian estos tratados, que no son multilaterales sino plurilaterales, por afuera de la OMC y en secreto.
¿Cómo afectan la soberanía de los estados?
¿En qué otros aspectos es negativo el Acuerdo Transpacífico?
Se elimina la potestad del estado para beneficiar a las pequeñas empresas o a las empresas nacionales, y se pretende una igualdad jurídica entre multinacionales y las empresas nacionales, impidiendo que el estado adelante políticas de desarrollo. En materia de empresas públicas, los estados no podrán otorgarles beneficios, colocandolas en igualdad de condiciones con las extranjeras.
En acuerdos como el Transpacífico, donde hay 12 países, existe una disparidad abrumadora entre países como Estados Unidos o Japón, y Brunei, por ejemplo, pero no existe la clausula de tratamiento especial y diferenciado, como sí existe en el Mercosur, donde las economías más grandes, como Brasil y Argentina, hacen mayores aportes al Fondo para la Convergencia Estructural (FOCEM), con el fin de favorecer a los países menores como Uruguay y Paraguay.
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El TPP implica en algunos casos una liberación casi total de los aranceles. Si un país quiere desarrollar un proyecto industrial, no lo podrá hacer, porque va a competir con los productos importados sin arancel.
¿El TPP es un acuerdo contra China?
¿Su conclusión?
Por todos esos factores nos oponemos a ese tipo de acuerdos y a estas aperturas comerciales que no generan desarrollo, porque cuando se abre la economía en forma indiscriminada, es muy difícil que la industria nacional compita con las multinacionales. Nos negamos a tener un destino orquestado por los intereses de la multinacionales y no por los intereses nacionales. Como socialistas, creemos en la patria grande, un concepto de José Gervasio Artigas y de Simón Bolívar, de una América Latina unida y complementada, que nos pueda sacar de esta situación de dependencia.