Cinco agentes secretos establecieron íntimas relaciones personales y sexuales con estas mujeres, que se prolongaron por un periodo de hasta nueve años.
Todos llevaban una doble vida y la mayoría alternaba la convivencia con las activistas y la relación conyugal con su respectiva familia legal.
Uno de los infiltrados incluso tuvo hijos con su compañera sin que ella supiera su profesión ni su identidad reales.
"Es evidente que algunos oficiales establecieron largas relaciones sexuales íntimas que fueron abusivas, engañosas, manipuladoras y erróneas", admitió el vicecomisario Martin Hewitt en un comunicado.
El alto cargo de Scotland Yard aceptó que sus efectivos infringieron los derechos fundamentales de las cinco víctimas y abusaron de su poder como miembros del servicio de policía.
"Esto nunca debería haber sucedido. Es una grave violación de la dignidad e integridad personal. Las engañaron, pura y simplemente", reconoció Hewitt.
Además de la disculpa pública, Scotland Yard ha aceptado indemnizar económicamente a las mujeres, aunque el monto del pago se preserva en confidencialidad.
Dos de las afectadas se han identificado públicamente y han desvelado parte del trauma sufrido cuando sus parejas desaparecieron de sus vidas sin previo aviso ni comunicación posterior.
Y según dijeron a los medios británicos, la disculpa o el dinero acordados "nunca va a compensar por todo lo que hemos pasado".
Los cinco agentes pertenecían a dos brigadas secretas que fueron abolidas al estallar la cadena de escándalos.
El Escuadrón Especial contra Manifestaciones (SDS, por sus siglas en inglés) fue disuelto en 2008 y la Unidad de Inteligencia en Orden Público Nacional (NPOIU), en 2011.
Los cinco miembros descubiertos hasta la fecha mantuvieron sus respectivas relaciones con mujeres de los grupos que habían infiltrado a lo largo de 25 años.
Los objetivos eran predominantemente colectivos en protección del medio ambiente, en defensa de los derechos de los animales y grupos radicales anárquicos.
Hewitt advirtió de que conductas similares de agentes policiales en operaciones encubiertas conllevarán el riesgo de ser procesados judicialmente.
La resolución de este múltiple caso, tras cuatro años de negociaciones entre ambas partes, no ha resuelto definitivamente el escándalo.
Hay otros litigios en marcha contra Scotland Yard de británicas engañadas por sus parejas que creían estables.
Al mismo tiempo prosigue una investigación interna en el servicio de policía londinense y otra dirigida por un juez que está enfocada en la gestión y el control de los operativos de las ya disueltas brigadas secretas.