"El electorado es más impredecible desde hace ya un tiempo largo, porque se terminó el voto cautivo y hay otro muy volátil", señaló la socióloga Analía del Franco, directora de la consultora Analogías.
Según Del Franco, los electores son hoy menos fieles a partidos y candidatos, haciéndole más difícil a las encuestadoras ponderar el voto en función de la afiliación partidaria del ciudadano.
La mira está puesta en cómo se repartirán los sufragios de 32 millones de electores convocados el domingo 22 a elegir presidente entre el oficialista Daniel Scioli, del gobernante Frente para la Victoria (FpV), y el opositor Mauricio Macri, de la coalición Cambiemos, los dos candidatos más votados en los comicios del 25 de octubre.
En aquella jornada electoral, la victoria de la opositora María Eugenia Vidal para la gobernación de la provincia de Buenos Aires y la escasa diferencia con que se impuso Scioli sobre Macri sorprendieron a todos y pusieron en cuestión el trabajo de las encuestadoras, que en su mayoría habían previsto resultados diferentes.
Como ninguno de los candidatos presidenciales alcanzó el caudal de votos mínimo para imponerse en primera vuelta, más de 45 por ciento o 40 por ciento y 10 puntos porcentuales de diferencia respecto del segundo, los dos más votados deberán medirse en segunda vuelta.
"No existe otra metodología frente a un balotaje que utilizar las encuestas tradicionales", explicó el analista a esta agencia.
De modo similar se manifestó Pablo Knopoff, director de asesoramiento político de la consultora Isonomía, para quien el método debe ser el mismo.
"La metodología no deberías tocarla; de hecho cometerías un error si la cambiaras", dijo Knopoff a Sputnik Nóvosti.
Para Knopoff, el problema no son los sondeos sino lo que se espera de ellos.
Para el experto de Isonomía, la incidencia que puede tener la divulgación de los resultados de los sondeos en los votantes no es tan significativa.
"Estoy convencido de que tienen poco o nulo impacto en la intención de voto", dijo Knopoff, y reflexionó que pensar lo contrario "sería otorgar a las encuestas un rol y un peso que no tienen".
Los sondeos de intención de voto para el 25 de octubre previeron que Scioli se impondría y sería seguido por Macri, pero otorgaron al primero entre siete y 11 puntos porcentuales de ventaja sobre el segundo, por lo que algunas proyecciones contemplaban que el oficialista ganara la presidencia en primera vuelta.
Finalmente, Scioli obtuvo sobre Macri una ventaja de apenas 2,93 por ciento de los sufragios.