“Una de las causas inexplicables para que esas plantaciones proliferen ha sido la orden de parar el ataque aéreo y fumigación de plantaciones desde diciembre de 2006 —con el ascenso de Felipe Calderón a la Presidencia-, quien declaró la absurda y fracasada guerra contra las drogas”, señala Reveles, quien acaba de publicar “Échale la culpa a la heroína, de Iguala a Chicago”.
Además, México ya es el segundo país del mundo para el suministro de amapola o adormidera, después de Afganistán, y superó por mucho a Colombia, como abastecedor al mercado estadounidense, al ofrecer 30 veces más de opiáceos que el país sudamericano.
El país latinoamericano con más de 3.000 km de frontera con EEUU ha desplazado así al llamado Triángulo Dorado de Asia, formado por Tailandia, Laos y Myanmar (antigua Birmania).
Lo más revelador del nuevo mapa de la amapola mexicana, es que de toda su producción nativa, la mitad provienen de Iguala (220 km al sur), corazón de las plantaciones en las montañas de la Sierra Madre del Sur de Guerrero, donde ocurrió la masacre de estudiantes de Ayotzinapa.
Además, México es el almacén y centro de distribución de toda la cocaína que se produce en Sudamérica, dice el autor de una biografía no autorizada del capo prófugo Joaquín “El Chapo” Guzmán, entre una decena de libros y ensayos dedicados al narcotráfico.
La adormidera mexicana
Hace 20 años México estaba plantado con poco más de 5.000 hectáreas de amapola o “papaver somniferum”, en 1995; pero esa extensión se cuadruplicó a 19.500 hectáreas en 2009, de acuerdo con datos de InSight Crime citados por el autor.
La ONU contabilizaba la región plantada con esa droga en 12.000 hectáreas, en 2011; pero desde entonces las estadísticas dejaron de actualizarse con la llegada a la presidencia de Enrique Peña.
No obstante, esa extensión ya es suficiente para producir 250 toneladas, “una cantidad descomunal si se considera que México sólo producía 8 toneladas métricas hace diez años, en 2005”, más de 30 veces más en una década compara el investigador.
En 2009, el país latinoamericano ya producía 50 toneladas, gracias a que los traficantes han aprendido a extraer más goma de opio con menos hectáreas sembradas.
“La conclusión es que siempre hubo más de las 12.000 hectáreas que se aceptan ahora”, dice el experto.
Una explicación es que desde “la guerra fingida” de Calderón, 106 aeronaves de la Procuraduría General de la República fueron bajadas a tierra, dejaron de volar y fueron entregadas a la Defensa Nacional “donde se volvieron chatarra en instalaciones militares, desde entonces México dejó de fumigar plantíos”, dice el autor de otros libros del tema como “Las historias más negras”, “Una cárcel mexicana en Buenos Aires”, y “El cártel incómodo”.
“Hace por lo menos cuatro años la extracción real de goma de opio alcanzó los tres dígitos, rebasando a la región de Shan, en Myanmar”, refiere.
Tema: Legalización de la marihuana en América Latina
Finalmente, Reveles aplaude el debate abierto sobre la legalización de la marihuana en América Latina, porque el uso medicinal y recreativo de la marihuana permitido en varios estados del vecino EEUU, está acabando con el negocio de la cannabis.
Los narcotraficantes han tenido así que migrar a otros negocios más rentables: y han descubierto las jugosas ganancias de los opiáceos, “es el nuevo nicho de oportunidad de las empresariales mafias mexicanas”, puntualiza Reveles.