Sin embargo, el modelo entró en crisis en los setenta. La necesidad de divisas procedentes de la agroexportación para importar insumos industriales blindó los privilegios de la oligarquía terrateniente y perpetuó el problema del déficit derivado de los términos de intercambio desigual y de la inserción subordinada de América Latina en el capitalismo global. El intento de corregir los desequilibrios emitiendo deuda y abrazando la inversión extranjera profundizó la dependencia. El ascenso social expandió la clase media, incrementó las expectativas, dejó demandas insatisfechas, destruyó identidades de clase y motivó el intento de diferenciarse de los orígenes más pobres imitando los comportamientos de los sectores dominantes.
En 1976, la dictadura militar puso en marcha en la Argentina la maquinaria neoliberal que seguiría en pleno funcionamiento durante la frágil democracia de los ochenta y los noventa. Como sugiere Klein en La doctrina del shock, el terrorismo de Estado atemorizó a la población y permitió la implementación de medidas inspiradas en el fundamentalismo del libre mercado que dilapidarían los avances del desarrollismo y concentrarían más riqueza en los bolsillos privilegiados. En 1982, un año antes del regreso de la democracia, la Junta militar estatizó la deuda privada de empresas y bancos en un proceso de masiva socialización de pérdidas privadas que incluyó millones de dólares que debía el Grupo Macri. El actual candidato presidencial, beneficiario del traspaso de la deuda de su conglomerado empresarial al Estado, se postula hoy a presidir el mismo en nombre del manejo eficiente de los recursos públicos y del pago de las deudas contraídas.
La débil democracia de Alfonsín recibió en 1983 una mochila insoportable y no tardó en ser atacada por la oligarquía local y acosada por el sistema financiero internacional. El primer factor que desencadenó la crisis de deuda e hiperinflación de los ochenta en toda la región fue la aceptación, bajo la presión del FMI y del Banco Mundial, de las enormes deudas ilegítimas contraídas por las dictaduras. En 1981, la decisión de Volcker al frente de la Reserva Federal estadounidense de disparar las tasas de interés multiplicó la deuda argentina y las de toda la región, obligando a los estados a adquirir nuevas deudas para pagar parcialmente las viejas.
Ya durante el gobierno de De la Rúa, y con la colaboración de actuales dirigentes de la derecha, las maniobras financieras sobre la deuda conocidas como blindaje y megacanje permitieron amasar millones de dólares a la banca nacional e internacional. A continuación, el sistema económico construido sobre el endeudamiento y la destrucción del Estado social se derrumbó sobre millones de argentinos, aunque no sobre quienes habían puesto a buen recaudo sus riquezas en el extranjero, las cuales se multiplicarían con la megadevaluación decretada por Duhalde en 2002.
Al año siguiente, con un país devastado y ante una sociedad que gritaba ¡que se vayan todos!, Kirchner se puso al frente de un Estado desmantelado e inició el retorno al desarrollismo de la posguerra. Como entonces y durante los siguientes doce años, un Estado fuerte promovería la industrialización sustitutiva, estimularía la demanda interna, impulsaría la creación de millones de puestos de trabajo, expandiría y fortalecería la clase media, otorgaría derechos y asistiría a los más vulnerables. Los gobiernos de Kirchner y Fernández reformularon de este modo el modelo que había llevado a Argentina a su mayor nivel de desarrollo y bienestar hasta que fue dinamitado en los setenta. Y esto es, justamente, lo que podría volver a ocurrir.
Cuarenta años después, la frustración generada por demandas insatisfechas y necesidades creadas durante doce años de progreso y ascenso social puede truncar nuevamente un proceso de desarrollo que requiere ser sostenido para vencer los impedimentos estructurales de América Latina, y puede volver a situar el país en la casilla de salida de un juego en el que ganan muy pocos y pierden muchos.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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