"La euforia de la acogida mengua", afirma Parusel, que trabaja para Migrationsverket, los servicios de inmigración de Suecia.
El politólogo recuerda que hoy Suecia registra hasta 2.000 peticiones de asilo diarias, cuando hasta hace unos meses eran unas 2.000 a la semana, una cifra que ya entonces se consideraba elevada.
A pesar de todo, en Suecia no han aparecido aún movimientos como el alemán Pegida (acrónimo de Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente), agrega.
Anteriormente, la coalición entre socialdemócratas y verdes del Gobierno acordó con la oposición parlamentaria endurecer la ley de asilo.
A finales de octubre, Suecia anunció que endurecería su normativa de asilo debido a la gran afluencia de refugiados que ha llegado al país, introduciendo un permiso de trabajo temporal y acelerando la expulsión de los refugiados a quienes se deniegue la petición de asilo.
Asimismo, el Gobierno se vio obligado a mantener en secreto los centros para refugiados por temor a incendios y ataques racistas.