“Nos estamos preparando desde el mes de junio mediante la actualización de los planes de contingencia, y digo actualización porque el año pasado también hubo una alerta inicial y ya se habían preparado estos planes. En ellos revisamos cuáles son las acciones de respuesta que se necesitan frente a un escenario que hemos planificado igual al del 1997-1998”, explicó.
El Niño, un fenómeno oceánico-atmosférico periódico, es la fase cálida de la Oscilación del Sur y se produce por el calentamiento de las aguas superficiales del océano Pacífico ecuatorial.
La ministra destacó que la preparación ha cambiado totalmente respecto de aquellos años, cuando las fuertes lluvias provocaron deslizamientos de tierra, daños en viviendas, puentes y otras obras ubicadas bajo las laderas, según señala un informe realizado por el Ministerio de Salud y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
La dotación de agua y electricidad, según este mismo estudio, se interrumpió por períodos prolongados, debido a los daños producidos en tuberías y líneas de conducción.
Pese a los desastres ocasionados, El Niño de ese período sirvió a Ecuador para prevenir mejor futuras emergencias, afirma Cornejo.
Cornejo explicó a esta agencia que desde la Constitución de 2008, Ecuador cuenta con una política de gestión de riesgos en la que todos los ministerios sectoriales actúan “transversalmente”, lo que “permite hacer el trabajo de manera diferente”.
“Hemos invertido mucho en la parte social; la población está mejor preparada en términos de salud y nutrición y eso hace la diferencia”, añadió.
La funcionaria recordó además que en el anterior episodio de El Niño, Ecuador atravesaba una época de “inestabilidad política”, con el entonces presidente Abdalá Bucaram (1996-1997) destituido por “incapacidad mental para gobernar” y sustituido interinamente por Fabián Alarcón, quien gobernó hasta 1998.
El sector agrícola, el más afectado
Las intensas lluvias causarán un mayor impacto en el sector agrícola, “sobre todo en la zona crónica de inundación de la cuenca baja del (río) Guayas”, en el centro-occidente, observó.
El Ministerio de Agricultura viene trabajando con este sector desde 2012, “primero para que se legalicen los terrenos, y los propietarios se conviertan en sujetos de crédito”, y después para que puedan acceder a “un seguro que garantice sus cultivos”, dijo.
“El Ministerio también ha dado directrices sobre qué, cómo y cuándo hay que cultivar. El nivel de preparación que tenemos ahora es diferente”, insistió.
Respecto a temas de salud, Cornejo sostuvo que “ya sabemos cuáles son las potenciales epidemias que podríamos tener tras el fenómeno”, y por ello existen albergues “con capacidad para 35.000 personas a lo largo de toda la zona influenciada por El Niño”.
Por el momento, la Secretaría en Gestión de Riesgos descarta que el sector energético se vea afectado, pues se ha comprobado que las subestaciones de transmisión “estén en zonas altas para evitar peligros”.
Por otro lado, en algunas zonas urbanas se podrían producir inundaciones, ya que “no todas las ciudades cuentan con un buen sistema de alcantarillado”, reconoció Cornejo.
El Niño se presenta al producirse un calentamiento anormal en las aguas superficiales del Pacífico ecuatorial, lo que altera la circulación atmosférica y modifica la dirección en la que soplan los vientos; estos a su vez tienden a disminuir su intensidad, generando un mayor calentamiento en el océano.
El fenómeno tiene efectos diferentes en distintas regiones, pudiendo provocar la ocurrencia de abundantes lluvias durante períodos prolongados, así como déficit de precipitaciones, que pueden derivar en sequías.