El Festival de Teatro de La Habana, fundado en 1980 y con una frecuencia bienal desde entonces, ha devenido en ventana al escenario mundial, en momentos en que la propia vida obliga al teatro a cambiar y evolucionar hacia nuevas tendencias y conceptos.
Espectáculos cubanos y de otros 23 países del orbe, entre ellos no pocos estrenos, hacen que este evento confirme su puesto entre los mejores de su tipo en la región, mientras ofrece a los espectadores de la isla una oportunidad única de disfrutar del buen arte escénico.
"Entre sus novedosos rasgos están la 'absurdidad' de Jliébnikov y Kruchónyj, los trajes de Maliévich, los experimentos musicales de Matiushin y, por último, fue aquí donde apareció el famoso cuadro 'Cuadrado negro' como un elemento del decorado del espectáculo", refiere Namin. "Los futuristas decidieron fundar el teatro 'Budetlianin' (versión eslava del término "futurista") para trastornar la concepción tradicional del teatro. La puesta en escena de 'Victoria sobre el Sol' tenía que ser por su lenguaje, música e imágenes un producto opuesto a la lógica. El nombre de la ópera es una alegoría del eclipse", explicó el también músico y productor.
Namin y su tropa decidieron rescatar del olvido esta puesta en un proyecto contemporáneo, de conjunto con el Museo Ruso. A partir de un examen concienzudo de todos los materiales existentes de la ópera, reconstruyeron la intención primigenia de los autores y la llevaron a la escena, en este mismo año en que el mundo celebró el centenario del famoso "Cuadro Negro" de Kazimir Malévich. Moscú, Suiza, París y ahora La Habana se han quitado el sombrero ante el resultado.
Y tal vez para aligerar un poco tras esta obra difícil tanto para ellos como para el espectador medio, trajeron "Beatlemanía", un show basado en las siempre bienvenidas canciones del cuarteto de Liverpool.
Por otro lado, los consagrados artistas del Teatro Académico V. F. Komissarzhevskaya, de San Petersburgo, propusieron una versión moderna de la obra "Vaal", considerada una de las más polémicas creaciones de Bertolt Brecht, que a través del rock nos cuenta una historia que hace reflexionar sobre la degradación del ser humano.
Desde otras latitudes llegaron más propuestas de lujo. En tiempos de deshielo con Estados Unidos las tablas también se convirtieron en puentes para el intercambio a través de la cultura. Por segunda vez, los cubanos se asomaron a Broadway, en esta ocasión con un concierto de estrellas que interpretaron algunas de las canciones favoritas de sus espectáculos, desde los años sesenta a la actualidad.
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Los mundialmente célebres "Monólogos de la vagina" llegaron de la mano de su creadora, Eve Ensler, que más que un "viaje relámpago por la zona prohibida", según reza el programa, nos lleva a recapacitar sobre la sexualidad, la violencia, la mujer, la vida…
Uno de los momentos más esperados es el de la clausura, con el prestigioso Real Ballet de Montecarlo y la coreografía Cenicienta. Como guinda del pastel, la presencia de Carolina de Mónaco, Princesa de Hannover, que ha causado la curiosidad y el revuelo lógico en una isla tan poco acostumbrada a visitas monárquicas.
Cae el telón de este festival no competitivo, que se define a sí mismo como acto de resistencia y diálogo intercultural, sin más premios que los aplausos de un público que ha aprendido a amar el teatro en buena medida gracias a la propia historia del evento.