Además el texto alerta que Pekín puede emplear armas nucleares en el espacio.
De momento China no ha comentado este informe, en el que se precisa que el gigante asiático desarrolla dos misiles para abatir satélites de órbita baja y alta.
Uno de ellos, el misil SC-19, fue lanzado por primera vez en enero 2007 e impactó contra un satélite meteorológico.
Después de este ensayo Pekín decidió mantener en secreto los datos de este programa, temiendo las críticas de EEUU y otros países.
En 2010 China anunció la prueba de un proyectil para interceptar misiles balísticos, cuyo último ensayo, según la Comisión estadounidense, tuvo lugar en 2013.
Una fuente, citada por la revista The Diplomat, afirma que Pekín lanzó en mayo de 2013 un misil desde el centro espacial Xichang.
Los medios chinos informaron a este respecto que se probaron equipos "para controlar las superpartículas y los campos magnéticos en las capas ionizadas de la estratosfera y el espacio circunterrestre".
Sin embargo, los norteamericanos afirman que en realidad se realizó un ensayo del nuevo misil DN-2 capaz de abatir los satélites espías y del GPS de EEUU.
Además China desarrolla satélites dotados de armas láser o un robot que, según los expertos, puede aproximarse a un satélite del enemigo, bloquear sus sistemas con un rayo, destruirlo o capturarlo con ayuda del robot.
En 2008 un satélite civil chino se aproximó a la Estación Espacial Internacional, de lo que no se aviso con antelación.
EEUU acusó a Pekín de probar su capacidad para realizar un ataque contra los satélites.
El informe acusa a los hackers asiáticos de atacar los satélites estadounidenses, entre ellos al dispositivo de la agencia oceanográfica en septiembre de 2014.
"Los ataques informáticos representan una amenaza real al dominio de EEUU y sus consecuencias son más graves si los blancos son satélites espías y militares", alerta el informe.
Los estrategas chinos, según el texto, creen que la inutilización de los satélites privaría al Ejército estadounidense de rapidez y complicaría el uso de las armas dotadas de sistemas de alta precisión.
Según sus cálculos, durante la operación en Kosovo en los años 90 casi medio centenar de satélites espías, aviones no tripulados y aeronaves estadounidenses garantizaron el 70 por ciento de la comunicación en el campo de batalla.