Y surgen más interrogantes. ¿Cómo es posible que ningún gobierno de las superpotencias en las que se vendieron coches que tenían instalado el software no se dieran cuenta, y sí una ONG? Volkswagen era hasta ahora una empresa modélica, digna representante de la "perfecta" marca Alemania. El fraude desató una ola de investigaciones en varios países hasta descubrirse que el timo fue realizado en unos 11 millones de coches.
2007 fue un año clave. 2007 fue el año en que Bosch, empresa proveedora de componentes, remitió la carta de advertencia a VW de no utilizar ese software. 2007 fue el año en que Matthias Wissmann, quien en la década de 1990 fue ministro de Investigación y luego de Tránsito, se convirtió en presidente de la Asociación de la Industria Automovilística (VDA, por sus siglas en alemán), es decir, el lobbista jefe del sector automotriz. 2007 fue el año en que Martin Winterkorn, se convirtió en presidente de VW, cargo que ocupó hasta hace pocos días, y quien afirmó desconocer el fraude.
En 2008, Angela Merkel, ante 20 mil empleados de VW en Wolfsburgo, decía: "El Gobierno está con Volkswagen. Es una parte fantástica de Alemania". Para el director del Instituto de Problemas de la Globalización, Mijail Deliaguin, el escándalo se debe a causas políticas: "Es parte de la presión que EEUU está ejerciendo sobre Alemania", dice el experto.
¿Está arribando VW al final de la carretera y la perfección alemana a punto de convertirse en un mito?