El periodista Abel Basti escribió una Guía Turística Nazi, que vendió más de 50.000 ejemplares, en donde detalla los lugares que frecuentaban los criminales nazis en Bariloche, con su geografía tan parecida a la de Baviera o Austria, de picos nevados, lagos y bosques.
Los nazis eran respetados vecinos que cortaban las rosas en sus jardines y se dedicaban al alpinismo, pero la tranquilidad patagónica se terminó en 1995, cuando un periodista descubrió en las calles de Bariloche a Erich Priebke, el oficial de las SS responsable de la muerte de 335 personas en las fosas Ardeatinas, cerca de Roma, en 1944.
Priebke vivió 40 años oculto, como profesor de la escuela alemana de la ciudad y miembro del club de alpinismo local. Fue extraditado a Italia, donde fue condenado a cadena perpetua en 1998 y donde murió a los cien años en prisión domiciliaria.
Adolf Eichmann también estuvo en Bariloche, pero se trasladó a las afueras de Buenos Aires, donde trabajaba como obrero de Mercedes Benz, hasta que fue descubierto por el Mossad en 1960, que lo secuestró y lo trasladó a Israel, donde fue juzgado y condenado a muerte.
Josef Schwammberger, comandante de un campo de concentración en Polonia, escapó a Bariloche en 1948 y vivió con su familia por un tiempo, pero fue extraditado a Alemania en 1987 y condenado a cadena perpetua.
Frederich Lantschner, gobernador nazi del Tirol austriaco, llegó en 1948 y fundó una compañía de construcción con su nombre real, que tenía como emblema las letras SS.
Reinhard Kopps, que actuó en los Balcanes y Hungría, y organizó la línea de escape desde Roma hacia América del Sur, llegó a la Argentina en 1948, radicándose en Bariloche, donde era propietario del hotel Campana, sobre la avenida Belgrano, en el centro de la ciudad, que todavía funciona.
No lejos de allí se encuentra la casa de Mariano Barilari, un psiquiatra alemán que ayudó a esconder a Mengele y Eichman.
Hans Rudel, el piloto de Hitler, era socio del Club Andino local. También está el club que frecuentaba Priebke, el colegio Primo Capraro donde daba clases, la Asociación Cultural Germano-Argentina de la que fue fundador, y un supuesto “bunker nazi”, una casa en las afueras de la ciudad, donde algunos especulan que habrían vivido Adolf Hitler y Eva Braun.