Ni la posibilidad de que la inyección letal que empleará el verdugo pueda causarle padecimientos de una crueldad innecesaria, algo que prohíbe la Constitución de EEUU, ni la posibilidad de que prospere la petición de clemencia formulada por Gissendaner modificaron la decisión del juez, que considera "remotas" las opciones de la mujer de 47 años.
Entre tanto Bruce Owen, su cómplice en el crimen, sí pudo acogerse a una cadena perpetua, revisable en 2022, gracias a que pactó con la fiscalía y testificó en contra de Gissendaner.
El intento de conseguir la cadena perpetua ha sido el objetivo tanto de la defensa de Gissendaner como, en los últimos días, de sus propios hijos, y especialmente de Kayla y Dakota, que en un vídeo admitieron que tardaron muchos años en perdonar a su madre, pero que al final lo lograron, y consideran que su muerte supondrá un castigo insoportable para quienes ya tuvieron que aprender a vivir sin la presencia del padre.
"Ella es todo lo que tenemos, todo lo que nos queda", dijo Kayla, para añadir que "ya perdí a un padre, y no sé si podría perder al otro, no sé si lo soportaría, porque es el sentimiento más horrible".
En su doble condición de hijos de una asesina y de su víctima, Kayla y Dakota suplican que la justicia no las prive de su progenitora, cuyo comportamiento en la cárcel habría sido, al decir los trabajadores sociales que la tratan, modélico.
Esta actitud la habría llevado a abandonar su actitud "arrogante, violenta y egoísta", en sus propias palabras, a licenciarse en teología, ayudar a otros reclusos e incluso a entablar una relación epistolar duradera con el célebre teólogo protestante alemán Jurgen Moltmann, ligado en sus inicios a la Teología de la Liberación.
Otra persona que acudió en defensa de Gissendaner es la monja Helen Prejean, conocida por su activismo en favor de los internos en el corredor de la muerte, y retratada en la película "Death man walking".
Pero la familia de Doug Gissendaner, tíos y abuelos de Kayla y Dakota, insiste en que la ejecución debe llevarse a cabo y en marzo publicó un comunicado afirmando que "Doug es la verdadera víctima de este crimen terrible y premeditado (…) y continuaremos luchando para que se le haga justicia sin importar el tiempo que lleve".
"La naturaleza de su crimen justifica que el Estado aplique la pena de muerte", dijo Danny Porter, fiscal del distrito en Georgia, "y en los años transcurridos nada ha alterado nuestra postura".
Si no se produce una inesperada medida de clemencia por parte de la Comisión de Perdones y Libertad Condicional de Georgia, que tiene previsto reunirse este martes por la mañana, Kelly Gissendaner será ejecutada el mismo día en Georgia, 18 años después de que Doug fuera acuchillado hasta la muerte.