Así lo confirmó el ministro de Turismo de Brasil, Henrique Eduardo Alves, durante su asistencia a la Exposición Internacional de Turismo de la Asociación Brasileña de Agencia de Viaje (ABAV) en Sao Paulo, justificando la medida como un intento de captar dólares de los 1,4 millones de extranjeros que visitarán el país en los Juegos Olímpicos de Río 2016, de los cuales se espera que los estadounidenses representen el grupo más numeroso.
Tal es el interés de Alves en que la eliminación del visado sea aprobada, que se reunirá el próximo 29 de septiembre con sus aliados del Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), partido al que pertenece el ministro, para que estos den su apoyo en la votación del proyecto de ley, algo que prácticamente garantizará su aprobación al ser el grupo más numeroso de la Cámara Baja.
La medida que todavía necesitará la sanción de la presidenta, Dilma Rousseff, y de sus colegas del Partido de los Trabajadores (PT), fue inmediatamente aplaudida por el Partido de la Social Democracia de Brasil (PSDB) y en concreto el gobernador del estado de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, quien dijo que “no existe ninguna razón para que Brasil tenga el mismo nivel de exigencia que EEUU, son situaciones completamente diferentes”.
Cabe recordar que, según la Immigration and Customs Enforcement (ICE), Brasil se encuentra entre los 10 países con mayor número de ciudadanos deportados de EEUU, con un total de 1.500 deportados en 2013, es decir, el país ocupa la séptima posición en el ranking de deportados, tras Ecuador y por delante de Colombia.
Además, el gobierno brasileño estima que al menos 730.000 del 1,2 millones de brasileños que residen en EEUU lo hace de manera ilegal, puesto que la mayor parte de ellos accedieron al país mediante visados de turistas o atravesando la frontera de México e incluso en embarcaciones desde las Bahamas, lo cual da cuenta del poco interés que ha tenido por el momento el gobierno norteamericano de flexibilizar la entrada de los ciudadanos del país sudamericano.