Para Botella, exdecano de Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), el proceso independentista empezó a arrancar hace diez años por la "desconfianza que generó" la respuesta de los políticos españoles, especialmente del Partido Popular, ante la reforma del Estatuto de Autonomía catalán, un rechazó que condujo a la primera gran protesta nacionalista en las calles de Barcelona.
El PP, que ya entonces presidía Mariano Rajoy, empezó a "recoger firmas en toda España contra este estatuto", cuando al mismo tiempo "introducía en las comunidades autónomas que gobernaba las mismas medidas contra las que presentaba recurso" en el Tribunal Constitucional español.
La segunda causa estaría en "los acuerdos con la lengua y las referencias culturales" de Cataluña, que conserva su lengua propia, y "que se han visto sistemáticamente recortadas y modulados en los últimos años".
"Socialmente en Cataluña no hay un conflicto lingüístico" pero el Ministerio de Educación español está "desde hace tres o cuatro años forzando a atizar el conflicto".
Por ejemplo, "escolarizando a unos niños separados de otros, cuando esto nunca había sido un problema en Cataluña", lamenta este catedrático de Ciencia Política y de la Administración, en vísperas de las elecciones del 27 de septiembre, unos comicios autonómicos que los independentistas ven en clave plebiscitaria.
Por ejemplo, en Educación "un niño catalán recibe un gasto per cápita dos tercios del que gasto que hay en Extremadura", explica el experto a esta agencia.
"El gasto sanitario per cápita en Cataluña es la mitad del que hay en Andalucía" y encima "sarcásticamente" se hace "correr a voz de que en Cataluña estamos fantásticamente bien, que somos unos privilegiados, que hay más gasto público".
Cuando "objetivamente la situación es la inversa", insiste Botella.
"Por tanto hay razones de índole institucional, sociológicas y económicas que explican que muchos catalanes hayan llegado a la conclusión que no hay nada que hacer, no se puede esperar nada del Gobierno de España" y la única alternativa es "marcharse".
"La solución es la federalista" que "tiene un claro y amplio apoyo mayoritario, que tiene legitimidad constitucional y que nos evitaría el conflicto que estamos viviendo" defiende Botella, tal como demuestran las encuestas.
Botella defiende un referéndum "si la pregunta es tipo Escocia y está precedida por un acuerdo claro constitucional entre Cataluña y España y por una discusión en igualdad de condiciones", solo entonces no sería "una mala vía".
"No soy creyente del derecho a decidir porque ese derecho no lo he visto reconocido en ningún instrumento, pero si hay un amplísimo apoyo ciudadano a que el tema se someta a referéndum es difícil mostrar una posición contraria", concluye el catedrático.
El 80 por ciento de los catalanes están a favor de convocar un referéndum sobre si se separan de España.