"Los papeles en la crisis de refugiados parecen haberse repartido claramente: Alemania dispuesta a ayudar a un lado, el Gobierno húngaro sin escrúpulos y una Unión Europea incapaz en el otro", escribe Popp al comentar irónicamente que "quien lea los titulares en los periódicos y medios digitales estos días podría llegar a creer que el próximo Premio Nobel de la Paz está reservado para la canciller Angela Merkel".
Según el articulista, esta imagen no se corresponde con la realidad, ya que "Alemania no es menos egoísta que la mayoría del resto de países de la UE".
El reglamento de Dublín, por el cual "los refugiados han de registrarse en el país de entrada y pedir allí el asilo" es en parte una exigencia alemana, basada en "la lógica" de que "los países de la periferia, países en crisis como Bulgaria o Grecia, deben ocuparse de los refugiados, y no las naciones ricas en el centro del continente".
"Solo cuando el sistema se desplomó a las claras y los países en las fronteras exteriores comenzaron a permitir el tránsito de los refugiados los políticos alemanes comenzaron a cuestionar el tratado", agrega.
Popp señala que Berlín se sigue ateniendo a ese tratado y "ha enfatizado que italianos, griegos y búlgaros han de mantener a los refugiados en sus fronteras" y recuerda que "hace unas semanas la coalición de Gobierno aprobó endurecer el derecho a asilo, permitiendo en el futuro a las autoridades encarcelar a cualquier refugiado que entre en Alemania desde otro Estado europeo".
Además, "si el Gobierno alemán se tomase en serio la solidaridad hacia los refugiados, entonces no promovería a los Estados del sur y el este de Europa que muestran su escepticismo ante una distribución de los peticionarios de asilo, sino que les ofrecerían ayuda financiera" para poder llevar ese plan a cabo.
"El abismo entre Europa occidental y oriental en la cuestión de la cuota de refugiados es el resultado de un fracaso político" del cual Alemania es en buena medida responsable, concluye Popp, quien considera las medidas del Ejecutivo de Merkel hasta la fecha como insuficientes: "no llegan a ser ni siquiera simbólicas".