"Para los republicanos, lo estadounidense está definido como la cultura blanca republicana y de ascendencia europea, mientras que para los demócratas, EEUU es un país étnicamente diverso políticamente plural, y electoralmente complejo", explica Heredia, quien también es miembro del Consejo Consultivo del Instituto de México en el Centro Woodrow Wilson de Washington.
"Cuando habla contra los inmigrantes, Trump habla contra el resto de todos los no blancos estadounidenses; pero la ha emprendido en contra de los más vulnerables, los indefensos, los más marginados de una sociedad estadounidense blanca de ascendencia europea", explica el investigador, quien integra además el Comité Internacional de la Cumbre de Migrantes de América Latina y el Caribe.
Trump corteja así el voto duro republicano integrado por blancos de ascendencia europea, de niveles de ingreso altos o de trabajadores muy ricos.
Ese discurso –prosigue Heredia- se coloca en contraposición al arcoíris que votó por el presidente demócrata Barack Obama en dos ocasiones, junto con las comunidades de asiáticos y negros.
"Ese discurso antiinmigrantes se sostiene solamente con los reflectores y el inicio de las elecciones primarias, porque cuando empiece a operar la maquinaria del Partido Republicano que apoya sobre todo a Jeff Bush, las calabazas se acomodarán en la carreta, a favor del heredero de la dinastía texana", anticipa el experimentado analista.
La historia política de EEUU registra que no han llegado a abanderados de los partidos los precandidato que despuntan muy temprano en la carrera presidencial: "Trump tiene más de dos meses de campaña exitosa, pero estamos a 15 meses de la recta final", advierte Heredia.
"El núcleo del poder republicano no quiere a Trump, y él mismo lo percibe al afirmar que no apoyará a otro republicano que lo supere en las primarias, abriendo la posibilidad de ser candidato independiente", señala el autor de diversos ensayos sobre EEUU.
En el campo demócrata, Hilary Clinton tiene una ventaja de dos dígitos sobre el senador de Vermont, Bernie Sanders, legislador desde 2007, y sobre el vicepresidente Joe Biden.
En cierto modo, el senador de Vermont es el alter ego demócrata de Trump: "sin sustrato afroamericano ni latino ni asiático, Sanders apela a los blancos progresistas, que son menos que los blancos republicanos de ascendencia europea".
Si el improbable fenómeno Trump se impusiera junto con Sanders, sería un escenario inédito y sorpresivo, con dos extremos tocándose.
"La ultraderecha redneck de los rudos pobladores del sur de EEUU, se enfrentaría a la ultraizquierda de Sanders, el único político socialista del capitolio de EEUU, apoyado por las ONG de los movimientos sociales de base o grassroots".
Pero la lógica política bipartidista de EEUU indica que la disputa lógica será entre Hillary Clinton, y Jeff Bush.
La ultraderecha sureña que es la base dura del Partido Republicano, se siente atemorizada porque hay una tendencia demográfica a favor de la comunidad latina: pasó de ser un voto de cada 25 electores en los años 70, a ser actualmente uno de cada seis electores potenciales, indica el académico con base en registros.
La base movilizada del Partido Demócrata ahora critica a Hillary: "esos sectores aseguran que la esposa de Bill Clinton está manos del poder de Wall Street y del complejo militar industrial".
Ese discurso de los movimientos sociales, penetra más en los llamados "estados azules" de los demócratas: California, Nueva York, Illinois, Nueva Inglaterra, Massachusetts, Vermont, Rhode Island, Delaware.
En los estados del medio oeste y las grandes ciudades de los llamados "estados purpura", existen zonas urbanas demócratas y áreas rurales republicanas.
En esos "estados purpura", ocurrirán las batallas cruciales, tales como Virginia, Carolina del Norte, y Florida, anticipa el analista.
Florida, donde ha tenido un impacto reciente la política de restablecer las relaciones con Cuba, es un campo de batalla donde Obama logró revertir el voto cubano joven a favor de los demócratas, mientras sus padres votan republicano; además, en las grandes ciudades de ese estado, como Miami, el voto se ha inclinado por los demócratas.
Latinos, negros y asiáticos, son así decisivos en las elecciones de EEUU: la cuota necesaria para ganar la elección presidencial, es acercarse al 40 por ciento del voto latino.
El último republicano que lo logró fue George W. Bush hijo, con 41 por ciento, mientras que su padre acumuló el 43 por ciento: "Sólo Jeff Bush puede aspirar a conseguir ese 40 por ciento del voto latino, indispensable para ganar la elección presidencial".
En cambio, Obama logró un 72 por ciento del voto latino, ahora Hillary anda arriba de los 65 puntos en esa comunidad, según sondeos: "por eso ella está cómoda con un Trump que se comporta como elefante en una cristalería".