El martes 18 de agosto, un dron cayó en la cabeza de dos mujeres que salían de la estación de trenes de Constitución, en la ciudad de Buenos Aires.
Este accidente menor, que envió a las dos mujeres al hospital, revela el creciente uso de drones, o vehículos aéreos no tripulados, VANT, en las ciudades y campos de América Latina.
En Chile, los drones informan de incendios y calculan terrenos desde el aire; en Argentina sobrevuelan los estadios con carteles contra la hinchada rival o supervisan las cosechas. En Colombia, patrullan montañas y selvas en misiones militares, en Brasil vigilan las selvas y los mares.

La desordenada aparición de drones en los cielos latinoamericanos, obliga a crear regulaciones y límites para su uso en actividades civiles o sociales.
Al mismo tiempo, los drones adquieren cada vez mayor importancia en el ámbito militar. Colombia es el país que más ha desarrollado los VANT con fines militares. Según la revista Semana, hay operativos con drones 24 horas cubriendo un 45 por ciento del espacio aéreo, y más de 300 militares de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) trabajan con drones en siete bases del país. La revista estima que entre 100 y 150 aeronaves de este tipo realizan misiones de contrainsurgencia y anti narcóticos. En la FAC prevén que, en 15 años, la mitad de sus misiones corresponderán a drones, y existe un proyecto, el Iris, para producir un VANT nacional.
Argentina comenzará a producir este año dos modelos, el Lipán y el P35, que se utilizarán para vigilancia, reconocimiento aéreo e inteligencia, según la agencia TELAM, y está en marcha el Sistema Aéreo Robótico Argentino (SARA). El país producirá prototipos Clase II (hasta 50 kilos de carga útil, 12 horas de autonomía y 150 kilómetros de alcance) y Clase III (250 kilos de carga, 20 horas de autonomía y 1200 kilómetros de alcance).
En Brasil, las Fuerzas Armadas usan drones en misiones de reconocimiento y vigilancia de las fronteras, especialmente en la Amazonia. Actualmente está en producción el modelo Falcão, el primer dron de uso militar.
De acuerdo con Defensenews.com, América Latina gastó 71,1 millones de dólares en VANT en 2013, pero gastará 271 millones de dólares en 2022, un promisorio futuro para las industrias de defensa.