Esta prueba final del sistema de propulsión servirá de base para las pruebas del cohete en su integridad, que tendrán lugar el año próximo, declaró la Administración Estatal de Ciencia, Tecnología e Industria para la Defensa Nacional.
La prueba sirve de preparación para la próxima misión de la sonda lunar Chang'e-5, que tiene previsto en un futuro cercano alunizar y recoger muestras de la superficie antes de regresar a la Tierra.
China envió a la Luna en 2013 la sonda Chang'e-3, calificada por la prensa nacional como un éxito rotundo a pesar de que el robot Yutu (conejo de jade, en mandarín) experimentó problemas técnicos que le impidieron mandar todos los datos esperados.
La misión Chang'e-5 reviste una mayor complejidad en lo que respecta al regreso a la Tierra.
China, como otras potencias mundiales, entiende la carrera espacial como un termómetro de su pujanza.
Cuando EEUU puso a un hombre en la Luna, Mao Zedong se lamentó de no poder enviar ni una patata al cosmos.
Pekín ha disparado el presupuesto en los últimos años, en contraste con los recortes que padecen los programas espaciales en Europa y Estados Unidos.
En 2003, China se convirtió en el tercer país, tras EEUU y Rusia, en mandar a un astronauta al espacio.
El pasado año envió a tres (una mujer, entre ellos) en su ya quinta misión, la más larga y compleja, para acoplarse a un laboratorio espacial que funciona como un prototipo de una estación mucho más ambiciosa que será lanzada en el 2020.