"Nuestra empresa jamás ha realizado ninguna campaña secreta para sabotear a la competencia y engañarlos para que generen falsos positivos y dañar su nicho de mercado", dijo Kaspersky en un comunicado. "Tales acciones son antiéticas, deshonestas y su legalidad es cuestionable", subrayó la empresa.
Y añadió que "aunque el rubro de la seguridad informática es muy competitivo, el intercambio de datos y la confianza es parte de la seguridad de todo el ecosistema informático, y este intercambio no debe ponerse en riesgo o corromperse".
En la industria de los antivirus, la mayoría de las empresas mantiene al tanto al resto sobre nuevas amenazas, aunque este nivel de colaboración permitió que varias empresas más pequeñas se apoyaran casi totalmente en los descubrimientos de entidades como Kaspersky sin esforzarse por descubrir amenazas por su propia cuenta.
"Evgueni consideraba eso como robo", dijo a Reuters uno de los exempleados.
Por esto, según los exempleados, que Kaspersky Lab buscó desquitarse mediante sabotaje.
"La idea fue crear problemas para los rivales (…) que dañen tanto a la empresa de la competencia como la computadora del usuario", dijo uno de los exempleados.
Luego, la competencia tomaría este archivo y lo pasaría por sus motores de detección de virus y quedaría clasificado como potencialmente peligroso. Si el código del archivo alterado es lo suficientemente similar al archivo de sistema original, los anvirirus de la competencia podrían identificar al archivo limpio como potencialmente problemático.