En su opinión, "la principal razón para no pedir perdón por haber matado a más de 200.000 civiles japoneses con las bombas atómicas es que la mayoría de los estadounidenses aceptan el argumento de que aquel acto de violencia extrema fue necesario para forzar la rendición de Japón y el fin de la guerra".
"Los defensores de la bomba afirman que EEUU hubiera tenido que invadir el archipiélago de Japón y habría encontrado una espantosa resistencia por parte de una población tan fanáticamente leal al emperador y al país, que hubiera luchado hasta el último hombre, mujer y niño", considera el historiador.
El argumento de la bomba como mal menor ha sido esgrimido durante décadas para justificar la destrucción y envenenamiento de dos de las principales ciudades japonesas.
Pero, según el profesor, esta es "una posición inmoral", sin contar con que "el número de civiles que EEUU mató con las armas nucleares es más del doble del de los soldados estadounidenses que perdieron la vida en la totalidad de la Guerra del Pacífico".
Infografía: Bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki
En agosto de 1945 EEUU arrojó sendas bombas nucleares sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Las explosiones se cobraron 140.000 vidas en Hiroshima y 74.000 en Nagasaki.