"El mayor desafío es la confianza", dice Tomás Bilbao, director del centro de estudios independientes Cuban Study Group, en Washington, añadiendo que "la normalización entre los dos países va a ser un proceso largo y va a requerir la participación no sólo de los dos Gobiernos, sino de la sociedad civil y otros actores. Son muchos años de desconfianza y aislamiento".
"La legislación más importante sería revocar la ley Helms-Burton (el embargo) y eso simplemente no va a ocurrir, también es posible que la mayoría republicana en el Congreso bloquee parte de la financiación de la embajada estadounidense en La Habana, dificultando que la Administración y el Departamento de Estado operen la embajada al 100%".
Jones afirma que el embargo afecta sobre todo a las empresas norteamericanas y a los precios, destacando que "los dos grupos más afectados por el embargo son las compañías de Estados Unidos, por la limitación en el mercado de exportaciones, y los consumidores cubanos, que tienen que pagar un precio demasiado alto en algunos productos".
"La ironía es que, mientras el embargo busca que Cuba cambie, en estos momentos el embargo representa un obstáculo para el cambio dentro de la isla", subraya Bilbao.
La reapertura de las delegaciones diplomáticas es el paso más significativo de un proceso de deshielo anunciado por el presidente estadounidense, Barack Obama, en diciembre del 2014.