Corea del Norte reconoció en 2002 que había secuestrado a unos ciudadanos de Japón para introducir espías en Corea del Sur bajo sus nombres y también para que algunos de ellos enseñaran japonés a agentes norcoreanos, y presentó disculpas por esa actividad.
A cinco de los secuestrados se les permitió volver a Japón.
Japón, en vez de establecer relaciones diplomáticas, exigió aclarar la suerte de todos los secuestrados y acusó a Pyongyang de estar encubriendo los hechos.
En julio de 2014, Pyongyang acometió la tercera investigación de este asunto desde 2002 en espera de que Japón levante las sanciones impuestas contra Corea del Norte que estorban su desarrollo económico.
Según la agencia Kyodo, el secretario del Consejo de Seguridad de Japón, Shotaro Yachi, sostuvo negociaciones el domingo pasado en Ulán Bator con su homólogo mongol, Tsaagan Dar Enjtuvshin, quien prometió a Japón proseguir los esfuerzos de mediación en el esclarecimiento del destino que corrieron los japoneses secuestrados.