El diseño de la visita confirma que el papado "está colocado en punto un intermedio, entre lo que era la institución ultra-conservadora de Juan Pablo II y Benedicto XVI, por lado; y la Teología de la Liberación tal como se surgió y conoce en América Latina por otro", dice a Sputnik Nóvosti el autor de la obra crítica "Topar con el Vaticano".
El ex presidente de la Conferencia Episcopal de Argentina, Jorge Bergoglio, "transita una camino intermedio, se aleja del conservadurismo ultra ortodoxo del excardenal Joseph Ratzinger –su antecesor Benedicto XVI- y pisa con distancia de las ideas de los teólogos de la liberación latinoamericana como el jesuita Jon Sobrino", dice Alonso Herero, intelectual de origen español.
En la visita a Ecuador –antes de viajar a Bolivia y Paraguay-, Francisco ya ha mostrado que su retórica social por los pobres responde a una visión que evita un análisis radical de América Latina y el Caribe: "elude los tópicos cruciales que desafían a la doctrina católica, como el matrimonio gay y los anticonceptivos; pero explota los tópicos que los indígenas aceptan con bastante facilidad", señala el exjesuita de 65 años, doctorado en Sociología por la Universidad de Nueva York.
El desafío de Francisco es que "en un mundo lacerado por guerras los cristianos no se pueden hacer los distraídos con nociones ambiguas y abstractas, en una zona andina donde la guerra fundamental es la de las drogas y la cocaína, el papa no ha dicho nada nuevo al respecto".
Para comprender esa actitud, se debe entender que el papa es el único jefe de Estado que tiene un doble rol, explica el autor quien fundó su familia en Nueva York al abandonar tras décadas de vida religiosa la misma Compañía de Jesús que también educó a Bergoglio.
"Él representa a Jesucristo en la Tierra con responsabilidades doctrinarias y dogmáticas, y es la cabeza única e indiscutible del Estado Vaticano, tiene que conjugarlos con habilidad", dice el experto quien comenzó a vestir las sotanas negras jesuitas durante el franquismo español y ha vivido en varios países latinoamericanos.
Aunque Bergoglio tenga experiencias doctrinales menos cerradas, "su responsabilidad como jefe supremo de una institución tan antigua como la Santa Sede lo obliga a transitar dentro de esos límites", explica el vaticanista.
Como jefe de Estado, el papa aún no responde a las acusaciones as ONU sobre pederasta clerical, a pesar de que ha tomado decisiones firmes en casos particulares de cardenales y sacerdotes; "sin embargo, aún no toma postura clara a favor de las víctimas y no tal vez no lo haga pronto", anticipa el teólogo.
"Silvano Tomasi, mi compañero en el seminario jesuita, representante de la Santa Sede ante la ONU no ha respondido, ni Francisco, oficialmente como jefe de Estado que no necesita el aval de cardenal ni obispo alguno", sostiene Alonso Herrero en tono confesional.
"Es la conducta de una peculiar y antigua dictadura machista de hombres donde no existe una posibilidad para las mujeres en los altos niveles de poder, y Francisco no quiere topar con ellos de manera frontal, es la clásica habilidad jesuítica, auténtica, bien aprendida", denuncia Alonso.
El grupo de poder que prevalece en el Vaticano, lucha por mantener el control del papado, por eso los papas duran poco pocos años en el pontificado, "esperan la hora de la muerte, es el caso de Francisco que va a cumplir 80 años, y ya es un nuevo papado corto".
A pesar de los gestos como la beatificación del mártir de la fe salvadoreño Monseñor Oscar Arnulfo Romero "aún no se puede decir que Francisco apoya de corazón a los teólogos de la liberación latinoamericanos que siguen acallados", puntualiza.