"Permite ganar un tiempo imprescindible para el Ejecutivo, que intentará ganar espacio fiscal con la lucha contra el fraude y el apoyo a la actividad productiva", dice.
Según Boixadera, este acuerdo "también deja margen para una negociación futura sobre la deuda y para la implementación de compromisos tan importantes como restaurar la negociación colectiva y el salario mínimo, además de implementar las leyes de apoyo a las familias con menos recursos".
"Cabe recordar que el contexto de este acuerdo es la falta de liquidez del Estado por el chantaje de la Troika y los inversores privados y la amenaza constante del BCE sobre la financiación del sistema bancario: no debe sorprendernos, por lo tanto, que contenga concesiones difíciles para Syriza y para el pueblo griego", puntualiza.
Los documentos conocidos hasta ahora "contienen propuestas fiscales no tan distintas de las que se habían ido negociando durante todo el mes de junio", explica Boixadera.
"A grandes rasgos, para 2015 el ajuste fiscal se mantiene con la importante contribución de un impuesto extraordinario de sociedades y los primeros cambios en el IVA, posponiéndose las reformas más duras a 2016; se trata de un ajuste sustancialmente menor y más progresivo al impuesto en el memorándum, pero aún así significativo", precisa.
"Quizá esto no haya resultado siempre suficientemente claro, lo que puede haber contribuido a la viveza de los debates en el seno de la izquierda", estima.
Los escenarios que este documento son, con todo, difíciles de prever.
"Mucho depende de la capacidad de la izquierda griega, y no solo Syriza, de mantenerse unida frente a los intereses del capital representados por la Troika", afirma este economista, para quien "partidos, sindicatos y movimientos son imprescindibles para la movilización y la organización de esta resistencia y la reflexión colectiva sobre cuál debe ser la respuesta política a la situación actual".