Comandados por el base Stephen Curry, que ha cuajado una sensacional temporada, los californianos vuelven a lo más alto tras cuarenta años de sequía, para coronar una temporada regular en la que sumaron 62 victorias.
Draymond Green y Andre Iguodala, la gran revelación de esta final, apoyaron en todo momento a Curry, y fue precisamente el juego colectivo, unido al implacable martillo desde la línea de 3 puntos, lo que desbarató a un James que jugó demasiado sólo, huérfano durante las finales, a pesar del meritorio Matthew Dellavedova, después de las lesiones de sus escuderos más reputados, Kyrie Irving y Kevin Love, sin olvidar la del veterano brasileño Anderson Varejao.
De nada sirvieron los 32 puntos, 18 rebotes y 9 asistencias de un Rey James sometido a la solidaridad e inteligencia de unos Warriors letales en los instantes finales y, a pesar de la indiscutible presencia de Curry, generosos en el reparto de egos y esfuerzos.