"El PT es una partido preparado para entender que muchas veces las circunstancias imponen un movimiento táctico", explicó Rousseff a los delegados del partido buscando la complicidad de quienes en los últimos meses le habían criticado fuertemente su política de austeridad y la colocación de un neoliberal, Joaquim Levy, al frente del Ministerio de Hacienda.
Entre las voces críticas al plan de ajuste destacó la del presidente de la sigla, Rui Falcao, que desde el inicio del Congreso atacó las políticas emprendidas por el Ejecutivo al afirmar que el ajuste no puede ser "firme con los débiles y flojo con los ricos", para sentenciar, acto seguido, que no es posible crecer "provocando recesión" o "combatir la inflación con el desempleo de los trabajadores".
Incluso en un primer momento, un exaltado se infiltró en la sala en las que se celebraba el congreso y pidió a gritos el impeachment de la presidenta Rousseff, mientras que los presentes le abuchearon y defendieron a su compañera con gritos de "partido, partido, de los trabajadores".
Sin embargo, lejos de amilanarse o dejarse llevar por las provocaciones, Rousseff respondió a los críticos con la promesa de que "Brasil volverá a crecer", subrayó que "el gobierno no puede prescindir del apoyo del PT" y concluyó advirtiendo a los delegados del partido: "Es la hora de ver quién es quién. En los momentos de calma aparecen quienes quieren ser compañeros en la victoria".