"Hay una alianza objetiva entre la izquierda y la derecha: entre los neoconservadores de la derecha y los intervencionistas liberales de la izquierda", dice.
Según Bricmont, este problema existe a ambos lados del Atlántico: "aunque no hay muchas personas (en Europa) que se declaren abiertamente neoconservadoras, los autoproclamados 'defensores de los derechos humanos' presionan para una intervención en Ucrania y más sanciones contra Rusia".
"Aunque no todo el mundo en la izquierda sigue esta línea, la mera evocación de los derechos humanos es suficiente para avergonzar a quienes traten de favorecer una posición pacifista", asegura.
Para el autor de 'Imperialismo humanitario: el uso de los Derechos Humanos para vender la guerra', los derechos humanos se han convertido "en una especie de religión secular en Occidente, y muchos intelectuales interpretan el papel de sacerdotes y teólogos de esa religión".
"Con el fin del comunismo, la izquierda occidental perdió, en mi opinión, todo sentido de la dirección", afirma Bricmont.
Bricmont explica a esta agencia que este cambio no se debe al "comunismo per se, sino al hecho de que, después de 1991, empezaron a quemar lo que acostumbraban a adorar y a adorar lo que acostumbraban a quemar".
"En particular, la coexistencia pacífica pasó a tener una mala reputación, ya que, después de todo, era un eslógan 'comunista' (aunque compartido por muchos izquierdistas no comunistas) durante la guerra fría", añade.
Precisa que "dado el aparente entusiasmo de mucha gente en Europa oriental por el 'capitalismo', la 'democracia' y el servilismo hacia Estados Unidos, la izquierda occidental comenzó a creer que la principal lucha no era una forma de socialismo democrático o alcanzar la paz, sino por los 'derechos humanos', un término vago que puede ser fácilmente manipulado".
"También llegaron a creer que 'Occidente', esto es, los estadounidenses, serían bienvenidos no solo en Varsovia, Budapest o Pristina, sino también en Moscú, Bagdad o Kabul", agrega.
Según el autor del libro publicado en 2008 por la editorial El Viejo Topo, "esto era ingenuo, porque el principal conflicto en el siglo pasado no fue entre 'capitalismo' o 'democracia' y 'comunismo', sino entre las potencias imperialistas y sus dominios".
"Mi libro fue escrito en francés en 2005, y en aquella época tenía en mente sobre todo la guerra de Kosovo, ya que la invasión de Irak en 2003 se justificó con argumentos de seguridad o antiterroristas más que de derechos humanos", detalla Bricmont.
"En 2004, la Asamblea General de la ONU votó una resolución sobre la 'responsabilidad para proteger', la cual, aunque fue escrita para adaptarse al derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas, que prohíbe ese mismo 'derecho a intervenir', podía interpretarse, y de hecho se interpretó, para legitimar las intervenciones unilaterales de Occidente, como vimos en Libia en 2011", aclara Bricmont.
Este experto belga cree que para restaurar la diplomacia internacional es necesario superar tabúes y lograr un entendimiento entre la izquierda y la derecha sobre este punto.
En la izquierda, en cambio, sigue siendo un "tabú incluso discutir una alianza con la derecha sobre cuestiones de guerra y paz" ya que "para algunos, según parece, el matrimonio gay es más importante que un millón de muertes en la 'guerra contra el terrorismo'".
Tema: Lucha contra el Estado Islámico
De no darse esta coalición a favor de la paz y la diplomacia, más allá de la división izquierda-derecha, los líderes occidentales se verán obligados a cambiar sus políticas por los resultados "contraproducentes" de "las sanciones económicas, junto con los inmensos desastres causados por nuestras políticas intervencionistas".
"En cualquier caso, el auge de los BRICS y la resistencia de Rusia y China derrotarán eventualmente nuestras políticas imperialistas, ¿pero a qué precio?", concluye Bricmont.