Washington había afirmado ayer que piratas dirigidos por Pekín habían entrado en diciembre en la red de la Agencia de Trabajadores Federales y robado datos de cuatro millones de empleados.
"Sabemos que los ciberataques son anónimos y transnacionales, así que es difícil identificar el origen. Las acusaciones sin investigaciones a fondo son irresponsables y carecen de base científica", ha añadido Hong.
Se desconoce aún qué robaron exactamente los piratas o el alcance del ataque, pero las informaciones de Washington parecen descartar que hayan puesto en peligro la seguridad nacional.
La ciberseguridad es uno de los temas prioritarios en la agenda bilateral por las constantes acusaciones estadounidenses de prácticas ilegales de Pekín.
China siempre desmiente las acusaciones de Washington y subraya que los ciberataques son un problema común que también sufre en sus carnes, pero sus denuncias sobre ataques sufridos tienen escaso eco en la prensa global.
Estados Unidos ya exigió el mes pasado a Pekín que aclarase los ataques sufridos por webs estadounidenses que permitían burlar la censura en China a través de una nueva arma bautizada como Gran Cañón.
Un editorial de la agencia de noticias oficial Xinhua sostiene que las últimas acusaciones "aún esperan pruebas que las soporten".
El medio recuerda que Edward Snowden, el antiguo empleado de la Agencia de Seguridad Nacional, ya reveló que el gobierno estadounidense "ha estado involucrado durante un largo tiempo en el ciber-robo organizado, en los pinchazos telefónicos a gran escala y en el control de líderes políticos, empresas y personas individuales de otros países, incluida China".
Por su parte, el diario ultranacionalista Global Times asegura que las acusaciones "ni siquiera merecen ser rebatidas".