Las curvas de hormigón blanco recortadas sobre las montañas de Río aún tardarán en verse, pero los trabajos para alzar esta iglesia, que tendrá capacidad para 5.000 personas y doblará en altura al famoso Cristo Redentor, ya han empezado, según ha confirmado a Sputnik uno de los actuales responsables del proyecto, Michael Sales.
La Catedral de San Juan Bautista de Niterói tendrá museo, teatro, aparcamiento, librería y hasta una cafetería, y está llamada a ser el nuevo icono turístico de la ciudad, que ya es conocida por otras obras de Niemeyer; el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), con su característica forma de platillo volante sobre un acantilado, y el teatro y el memorial que ya hay en la gran explanada donde también se levantará la catedral.
Los promotores de su construcción insisten en que la importancia de Niemeyer y su tirón popular es innegable, pero justifican la necesidad de una nueva catedral porque la actual se ha quedado pequeña y en ocasiones la Archidiócesis incluso tiene que alquilar otros espacios, apunta Sales, que insiste en que la obra "no es un capricho".
Con un presupuesto de 40 millones de reales (casi 13 millones de dólares) la nueva iglesia se financia al 100% con las aportaciones de los fieles católicos, pero "cualquier ayuda es bienvenida", así que pronto se abrirán canales para facilitar la aportación de empresas privadas y todo tipo de patrocinios.
Con la Iglesia Católica cada vez más cercada por el auge de las iglesias neopentecostales, la obra puede interpretarse como un símbolo de reafirmación, aunque Sales lo niega y rechaza las comparaciones con el megalómano Templo de Salomón que la Iglesia Universal del Reino de Dios inauguró el año pasado en São Paulo.
"Nuestra iglesia es la primera y la única. Ellos tienen mucho menos tiempo de existencia, no hay punto de comparación", remarca el portavoz de la Archidiócesis, que recuerda que el proyecto de la nueva catedral cuenta con dos apoyos ilustres: tanto el papa Juan Pablo II como el papa Francisco le dieron su bendición en sus visitas a Río.
Niemeyer murió en Río de Janeiro en 2012 a los 104 años, dejando tras de sí una larga lista de hitos arquitectónicos, entre los que destaca la arquitectura futurista de Brasilia, y de premios; como la Orden de la Amistad con la que fue condecorado por Vladimir Putin en 2007, cuando el arquitecto cumplió cien años.
Niemeyer, comunista convencido, no dejó de construir iglesias a lo largo de toda su carrera, una paradoja que para los responsables de la catedral de Niterói no es un problema: "Todos tenemos derecho a una segunda oportunidad, quién sabe si antes de morir no cambió sus convicciones. Eso solo lo sabrá él y Dios", apunta Sales.
