Luis Almagro nació el 1 de junio de 1963, en la localidad de Cerro Chato, departamento de Paysandú, a casi 400 kilómetros al noroeste de la capital, Montevideo.
Hombre de campo, criado en un hogar muy pobre, rodeado de dificultades económicas, el nuevo secretario general de la OEA mantuvo siempre la sencillez característica de los nacidos en la zona rural del Uruguay. "No es una sencillez para exponer, sino que es natural en él", señaló a Sputnik Nóvosti el periodista Mario Mazzeo, autor del libro "Almagro. Una trayectoria política singular", publicado en el año 2013.
Después de graduarse como abogado en 1987, Almagro cursó la carrera de funcionario diplomático en el Instituto Artigas del Servicio Exterior (ISAE) y ya en 1990 integró la delegación uruguaya en la embajada de Irán.
Un admirador de José Mujica
Formado políticamente en el ala más progresista del Partido Nacional, en 1999 se pasó al Movimiento de Participación Popular, uno de los sectores más importantes de la coalicición de izquierdas Frente Amplio (FA), que hoy gobierna Uruguay por tercer mandato consecutivo. El cambio de bando se produjo después de que Almagro escuchara en el Parlamento a un diputado que se estrenaba como tal: José Mujica.
Quienes han trabajado con él aseguran que es "muy difícil" seguirle el ritmo, que no para de trabajar y que sus jornadas laborales pueden llegar fácilmente a las doce horas. "Es un enfermo del trabajo", aseguró a Sputnik Nóvosti una fuente de la Cancillería uruguaya. "De veinticuatro horas al día él trabaja veinticinco", señaló.
Una institución en crisis
En 2006 Luis Almagro fue nombrado embajador en China durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez (actual presidente del Uruguay) y sería elegido ministro de Relaciones Exteriores durante el mandato de José Mujica.
Su salto a la OEA viene propiciado por la política internacional que llevó adelante el gobierno de Mujica, que tuvo entre sus puntos más altos la llegada de refugiados sirios al país, así como la de los ex presos políticos de Guantánamo.
La llegada de Almagro a la OEA encuentra a un organismo con escaso respaldo político y una importante falta de recursos por las demoras en los pagos de los países miembros. La palabra que más se repite como insignia de lo que se propone el nuevo secretario general, es "renovación".
Según fuentes de la Cancillería uruguaya, uno de los objetivos del nuevo secretario general, será lograr la vuelta de Cuba. "Tiene la esperanza de reincorporar a Cuba para de una forma u otra hacer su aporte para que haya un gran reencuentro latinoamericano".