Si analizamos el último mensaje anual del presidente ruso, Vladimir Putin, ante la Asamblea Federal (parlamento bicameral del país), cabe destacar lo altamente pragmático, e incluso práctico, que es este texto. El mensaje puede ser dividido en tres partes principales dedicadas a: 1) la autodeterminación política de Rusia que se expresa en la resolución, definitiva e irrevocable, con respecto a Crimea y en su firme postura de no ceder un átomo de su soberanía en los conflictos geopolíticos actuales; 2) una propuesta que hizo el presidente a la burguesía rusa relativa a la amnistía fiscal y la liberalización general del clima empresarial en el país en vista de que nuestros adversarios geopolíticos intentarán dividir la sociedad rusa ejerciendo presión sobre su parte más acomodada económicamente, sobre los que tienen algo que perder; y 3) los objetivos principales que el presidente marcó ante el gobierno y el parlamento en vista de la específica situación actual. La parte más interesante, novedosa y sorprendente es la segunda, de la cual hablaremos en este artículo.
En las circunstancias actuales, los capitales rusos representan la principal herramienta de influencia sobre las autoridades de Rusia por parte de Occidente, que dice abiertamente a nuestros empresarios: "No se olviden dónde está su dinero. Lo tenemos nosotros". De ahí que, se supone, les convenga presionar a Putin de tal manera que abandone los intereses nacionales rusos en Ucrania y en Crimea. O, mejor aún, deshacerse de Putin. A esto se refiere el canciller ruso, Serguéi Lavrov, cuando afirma que el objetivo de las llamadas "sanciones contra Rusia" es derrocar a su gobierno actual. Incluso ya nombraron como líder de la futura revolución al oligarca Mijaíl Jodorkovski quien pronunció un discurso oportuno para el momento.
El presidente ruso tiene dos caminos: el represivo y el liberal. Optó por el liberal y propuso al capital regresar al país bajo garantías correspondientes. La presión sobre Rusia continuará intensificándose independientemente del rumbo que tomen los acontecimientos en Ucrania. Así lo hizo ver el presidente en su mensaje y ofreció a los grandes capitales la posibilidad de dejar de ser rehenes de Occidente en este complejo juego geopolítico. Vladimir Putin propuso que el capital eligiera entre estar en Rusia y con Rusia o ser herramienta de Occidente contra Rusia. Este es el significado político de la anunciada amnistía fiscal.
Al mismo tiempo, tiene un significado económico propio que quedó fuera del mensaje presidencial. La economía occidental se encuentra abrumada con unas enormes deudas. No hay manera de pagarlas. Un ejemplo de solución de este problema fue lo ocurrido en Chipre. Las deudas se irán pagando con el dinero de los depósitos y cuentas bancarias de los clientes. Esta forma de liquidar las deudas ya se ha convertido en la Unión Europea en una práctica oficial aunque no se suele hablar de ello. La sustracción de los ahorros es el método más simple y eficaz para solucionar los problemas de deuda. Por cierto, no cabe duda de que los más afectados en caso de tal sustracción serán las empresas y personas no residentes (extranjeras). Qué decir de EEUU, que se siente absolutamente libre con respecto al dólar. Porque el dólar no es una obligación del Estado sino de una entidad financiera privada, el Sistema de Reserva Federal. Podrá ser devaluado en cualquier momento justamente para solucionar el problema irresoluble de la deuda de EEUU, que ya procedió a hacerlo en dos ocasiones en su historia reciente: en los años treinta, al desvalorizar el dólar con respecto al oro; y en los setenta, al romper definitivamente la convertibilidad del dólar respecto del oro. Hoy en día el llevar el capital a Occidente para conservar y ahorrar el dinero no es la solución más segura y la menos arriesgada. Tal vez un depósito en los bancos que estén bajo la jurisdicción rusa tenga más probabilidades de estar a salvo.
Es importante también que la amnistía se anuncie como una acción puntual para que la burguesía rusa sea consciente de las consecuencias de su propia elección. Vladimir Putin no lo mencionó en el Mensaje pero parece obvio que los capitales rusos que no se legalicen en esta ocasión, al igual que sus dueños, podrán convertirse en objeto de persecución y sanciones por parte del Estado ruso. Es importante comprender porque los capitales llevados al extranjero, como regla general, no se reproducen en Occidente. Los empresarios rusos, excepto muy rara vez, se aprovechan de las posibilidades de negocio que les ofrece Rusia para aumentar sus capitales. Pero sólo podrán seguir haciéndolo los que legalicen sus activos mediante la amnistía, mientras que los demás se quedarán privados de tal posibilidad, lo cual es lógico y justo.
Parece lógico que una amnistía fiscal de este tipo sea estructural, es decir, que se extienda a todo tipo de los activos, no sólo a los depósitos monetarios. ¿Se legalizarán también los bienes inmuebles de los propietarios rusos en el extranjero? ¿Qué régimen fiscal se les aplicará después? Es una cuestión importante, ya que no tiene sentido amnistiar sólo una parte de los capitales mientras el resto puede ser objeto de persecución.
No es ningún secreto que muchas de las llamadas inversiones extranjeras sólo se llaman extranjeras. Numerosos empresarios rusos poseen activos en Rusia a través de empresas extranjeras. ¿Podrán legalizar sus posesiones directas en Rusia y obtener garantías que les permitan evitar las persecuciones posteriores? Deberían contar con esta posibilidad.
Los que participen en la amnistía, evidentemente, también pedirán garantías de que, tras el regreso del dinero a Rusia, no habrá ningún cambio en la legislación monetaria que restrinja la circulación de las divisas extranjeras en territorio ruso, el acceso a las cuentas bancarias en divisas o la posibilidad de sacar del país el capital legalmente declarado o realizar pagos en el extranjero.
Una de las cuestiones clave de la organización de la amnistía fiscal será redactar los criterios de no aplicación de la amnistía a ciertos capitales. Algunos de ellos ya fueron anunciados por el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, y son los capitales provenientes del tráfico de armas y drogas. La lista deberá ser completada con el tráfico ilegal de órganos humanos, la trata de personas y algunas cosas por el estilo. Pero lo más importante es que esta lista sea breve, clara y exhaustiva, que no permita interpretaciones. Los activos declarados por el ciudadano en el marco de la amnistía no deberán nunca, bajo ninguna condición, convertirse en objeto de persecución penal o de otro tipo por parte del Estado si no forman parte de la lista excluyente que hace referencia al origen de los mismos.
La forma y los mecanismos de realización de la amnistía fiscal tendrán que ser discutidos y analizados minuciosamente por un amplio grupo de expertos. Es una acción que no se podrá repetir y deberá completarse con éxito porque es la única manera que permitirá la formación en Rusia de una burguesía dispuesta a compartir con el pueblo y el Estado el destino histórico del país.