Su niñez y juventud estuvieron marcadas por pruebas, y a los últimos años de su vida la que ha sido y será una leyenda del ballet mundial se refería como a una "benevolencia del destino".
Nacida para bailar
Maya Plisétskaya nació el 20 de noviembre de 1925 en Moscú. Su madre, Raquel Messerer, fue actriz de cine mudo. El padre, Mijaíl Plisetski, un importante funcionario, fue arrestado y fusilado en 1938, en pleno terror estalinista.
También la madre del futuro astro del ballet mundial fue arrestada y encarcelada. Para evitar que la pequeña Maya acabara en un orfanato, la adoptó su tía Sulamif Messerer, bailarina del Bolshói.
Plisétskaya ingresó en la Escuela Coreográfica de Moscú. Actuó por primera vez en el legendario escenario del Bolshói a un día de la invasión nazi en la URSS del 22 de junio de 1941.
En 1943, se incorporó a la compañía del Bolshói y pronto se estableció como una de las mejores solistas llegando a convertirse en la principal en 1960 cuando abandonó la escena la legendaria Galina Ulánova.
"No me siento atraída por los papeles infantiles", dijo una vez la bailarina que se perpetuó en particular como una incomparable intérprete de Odette-Odile en el "Lago de los cisnes" y como Carmen en el ballet epónimo, con la música de Bizet reinventada por su esposo, el compositor Rodión Schedrín, y la coreografía del cubano Alberto Alonso.
Aparte de bailarina, Plisétskaya hizo también de coreógrafa, en particular en los ballets "Anna Karénina", "Gaviota" y "La dama del perrito", inspirados por las obras clásicas de la narrativa y la dramática rusa y compuestos por Schedrín especialmente para ella y por ella protagonizados.
Benevolencia del destino
Casada con Rodión Schedrín desde hacía más de medio siglo, Plisétskaya solía decir que su encuentro, orquestado por la "musa de Mayakovski", Lilia Brik, fue el evento más importante de su vida.
Los dos decían que fue una unión contraída en los cielos, que se apoyaba no solo en el amor, sino también en el arte y la inspiración. "Schedrín prolongó mi vida en el arte por al menos 25 años", decía la bailarina.
Últimamente, residieron en tres países: Rusia, Alemania y Lituania. Sin embargo, en palabras de propia Plisétskaya, fue Moscú la ciudad que siempre tenía en su corazón. "Mi Teatro Bolshói, mis fieles amigos, y los mejores conocedores del ballet de todo el mundo, el público de Moscú", confesaba.
De los últimos años de su vida, Plisétskaya decía que son una "benevolencia del destino": "años libres, apasionantes, llenos de viajes y encuentros inolvidables".