Según Jo Becker y Mike McIntire, autores del reportaje, que la expansión de Rosatom ha permitido a Rusia hacerse con el control de una parte considerable de la producción mundial de uranio.
Entre las grandes adquisiciones de Rosatom figura Uranium One, la compañía de Canadá, cuya venta habría sido propiciada por "líderes de la industria minera canadiense, todos ellos importantes contribuyentes de las actividades caritativas del antiguo presidente Bill Clinton y su familia".
Gracias a sus favores, y supuestamente a la relajación o complacencia de un Departamento de Estado entonces dirigido por Hillary Clinton, Rosatom se ha hecho con "un quinto de la producción de uranio estadounidense".
"¿Tenemos que preocuparnos? Absolutamente", ha dicho al New York Times Michael McFaul, antiguo embajador de EEUU en Rusia.
Aunque el New York Times aclara que los acuerdos de Rosatom y la industria minera canadiense fueron aprobados por múltiples agencias y reguladores tanto en EEUU como en Canadá, lo cierto es que podría suponer un duro golpe en las aspiraciones de la candidata demócrata a la Casa Blanca.